Publicado el 30/Enero/2014 | 00:53
Simón Espinosa Cordero
simeco@hoy.com.ec
simeco@hoy.com.ec
“El cura de Santa Engracia” salió de la pluma de Juan Montalvo cuando cambió el tintero de bilis por el tintero de miel. Lindo ensayo.
La hermana Elsie Monge Yóder es la monja de Santa Engracia. No una monja idealizada, sino de carne y hueso y de unos fríos ojos azules que miran glaciales los abusos del poder. De todo poder: social, militar, policial, familiar, gamonal, de género, político, religioso y económico.
Monge recibirá esta noche el premio Juan Montalvo de la Asociación de Editores de Periódicos. La hermana Elsie de la congregación de monjas de Maryknoll es galardonada por su defensa de los derechos humanos quebrantados por el poder de crueles volcanes andinos, de crueles pirañas amazónicas, de crueles lagartos costeños, de crueles tiburones de Galápagos. La hermana Monge es reconocida por su defensa a la dignidad de tantos ecuatorianos y extranjeros vomitados por soberbias e iracundas e indigestas barrigas prominentes del país del medio mundo que, en esto de derechos conculcados, es un inmundo medio mundo todavía sin remedio.
Monge Yóder (Quito, 1933) dejó la comodidad de la burguesía guayaquileña. Nieta de Elvira Campi de Yóder, una de las fundadoras de la Cruz Roja en Ecuador, andaba enamorada de un estudiante guayaquileño, pelucón, buen mozo y compasivo llamado Pepe Gómez Izquierdo. Ambos llevaban una vida social activa. Ambos descubrieron la pobreza indignante de los suburbios porteños. Los dos renunciaron a un probable matrimonio: ella se hizo monja y él abrazó el sacerdocio.
Elsie Monge, envejecida, recuerda los lejanos días de misionera en Guatemala y Panamá, los días de trabajadora social en las riveras del Chota, bulliciosas de bailes de Bomba, tristes de tunas cubiertas de polvo y ovitos de lecheras y cántaros. Recuerda la fundación de la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos con luteranos, metodistas, evangélicos, católicos y grupos sociales. Recuerda la lucha ardua de años y años, sostenida por ella y la carismática hermana Laura de su propia congregación muerta en un inverosímil accidente digno de los misterios de Agatha Christie. Recuerda los miles de casos de derechos conculcados por la soberbia, la crueldad, la ignorancia, el sadismo, el cumplimiento deformado de la ley y la obediencia ciega.
La dignidad es lo que vuelve humanos al hombre y a la mujer. Rubén Darío cantó a lo fatal: “Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, /y más la piedra dura porque esa ya no siente, / pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo / ni mayor pesadumbre que la vida consciente”. La dignidad es la pesadumbre y la alegría de la vida consciente, el manantial de todos los derechos de la humanidad. Jabalíes, panteras, chacales se ensañan a dentellada y garra pura con estos derechos. Y ahí está la intrépida Elsie Monje, cercana a los ochenta de edad luchando contra el poder del mal. No hay belleza mayor que una mujer intrépida entregada a la defensa de la humanidad. Monja de Santa Engracia, ¡bendita seas!
Tomado de: http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/la-monja-de-santa-engracia-599880.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario