domingo, 25 de agosto de 2019

Encuentro de Talleres Literarios 2019

Fecha: 14 de noviembre de 2019
Lugar: Salón principal, Centro de Información Integral UCE

Pendientes:
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Clausura

Averiguar si está disponible:
La rosa que no debía morir

Invitar a:
Jaime Guevara
Tania Lombeida
Amigo de Gustavo escritor
Byron Rodríguez
Pablo Salgado
César Duque (CEDHU)
Mayra Caiza (INREDH)


Neira, ¿Dónde están los desaparecidos en el Ecuador?

Neira, Mariana. ¿Dónde están?: Los desaparecidos en el Ecuador.

Publicaciones de Derechos Humanos

Documentos. Hacia una reconceptualización de los derechos humanos. No.10. Cartagena. Colombia. 11,12,13 de junio de 1994.
Documentos. El Derecho comparado indígena en América. No.7
Caso Putumayo. ¡Exigimos libertad!
Comunidades creativas. Proyectos alternativos de las organizaciones de Cotacachi.
Ecuador. Estado plurinacional hoy.
"Se cayó el sistema". Enredos de la sociedad de la información.
Desde la selva chiapaneca. La voz de Zapata.
Guevara, Jaime. Lo que escribí en las paredes.

Derechos del Pueblo

Cedhu. Derechos del pueblo. No.176. abril 2010. El buen vivir es salud.
Cedhu. Derechos del pueblo. No. abril 2015. Soberanía alimentaria.
Cedhu. Derechos del pueblo. No.171. junio 2000. Diálogo intercultural y justicia.
Cedhu. Derechos del pueblo. No.172. agosto 2009. El agua es vida.
Cedhu. Derechos del pueblo. No.176. diciembre. ¿Derechos en cosntrucción o en retroceso?
Cedhu. Derechos del pueblo. No. En riesgo el planeta, la humanidad y la vida.
Derechos del pueblo No.106
Derechos del pueblo No.61
https://cedhu.org/publicaciones/revistas

Tortura en el SIC, Comunidad real Blog

MUJER EMBARAZADA Y OTRAS MILITANTES DE MONTONERAS PATRIA LIBRE Y ALFARO VIVE TORTURADOS EN EL SERVICIO DE INVESTIGACIÓN CRIMINAL DE PICHINCHA.



El 22 de mayo de 1986, a las 15:00, en el centro de Quito, entre las calles Venezuela y Mejía, en el edificio Sudamericano, Yelena Germania Moncada Landeta, militante de Montoneras Patria Libre, fue detenida por policías vestidos de civil, mientras repartía boletines a agencias de prensa internacional, en compañía de Oswaldo Salazar, compañero de militancia, quien había sido golpeado minutos antes por los agentes. Enseguida, fueron conducidos al Servicio de Investigación Criminal de Pichincha:

“…nos pusieron un esparadrapo en los ojos; nos subieron y empezaron a golpearme con las dos manos. Luego, mujeres [policías] empezaron a patearme y me amarraron atrás las manos, logré zafarme y hacer un hueco a través del esparadrapo y alcancé a ver que estaba en un corredor largo; me metieron a una habitación, le veía a mi compañera, [que] también fue detenida en el mismo edificio [se refiere a Ketty Erazo, perteneciente al grupo Alfaro Vive Carajo]. Le veía a mi compañera que estaba colgada de los pulgares hacia atrás, le golpeaban en el estómago con golpes de puño. Más tarde le bajaron y gritaba que no sabía absolutamente nada de lo que le están hablando. Más tarde, me colgaron a mí de los pulgares, ahí me desgoncé los brazos, se vinieron para arriba; me soltaron. A alguien le digo: ‘necesito un baño’ [y le respondió] ‘Qué baño hija de puta, aquí mismo haz lo que te dé la gana’, tuve que ahí mismo hacerlo. Eso fue la primera noche. [Los agentes le preguntaban:] ‘¿Dónde le tienen a Enrique Echeverría? ¿Dónde está la casa? ¿Tú eres parte de esto? ¿Ya tu amigo con el que caíste ya te delató? ¿Tú sabes de eso? ¿Dónde están?”

Yelena Moncada tenía para entonces aproximadamente dos meses de embarazo. Señala que “al día siguiente igual empezaron con la tortura, colgamientos, asfixia, amenazas de muerte. Las tres noches posteriores me pusieron en un sitio donde me daba mucho frío. Yo les dije a [los policías]: ‘¡estoy embarazada!’ y me pegaban y me pateaban. Esos días a nosotras nunca nos dieron de comer. La mañana del último día me tomaron una foto y me hicieron firmar algo”. Al tercer día fue llevada a una celda ubicada en una zona subterránea en las instalaciones del SIC-Pichincha, en este sitio se encontraba recluido Daniel Camargo Barbosa, que en 1986 fue detenido acusado de asesinar y violar a más de setenta mujeres.

Él compartió su comida con Yelena Moncada y Ketty Erazo en el tiempo en que las mantuvieron en ese lugar. Durante la tortura no pudo identificar a algún agente, pero escuchó a otros oficiales referirse a un capitán de apellido Zea. Yelena Moncada y sus compañeros permanecieron incomunicados por cinco días en el SIC de Pichincha. Posteriormente, el 25 de mayo de 1986, Orlando Pérez, Fabián Ramírez, Héctor Borja, Fernando Dávila, Fernando Mao Tse-tung Viteri, Catalina Tamayo, Adriano y Elías, los miembros de Montoneras Patria Libre, que mantenían secuestrado al doctor Enrique Echeverría, miembro del Tribunal de Garantías Constitucionales en calidad de delegado del presidente de la República León Febres Cordero, se rindieron y fueron capturados en la parroquia de Calderón, al norte de Quito. Orlando Pérez refiere:

“Oficialmente se sabe que dos de las personas que en la parte periférica del trabajo del operativo que se encargaban de distribuir boletines de prensa fueron detenidas. La confianza que teníamos nosotros adentro es que nadie más de los ocho presentes ahí conocía la casa. Pero luego supimos que Mao Tse-tung Viteri fue quien llevó a uno de ellos, a [Oswaldo] Salazar a limpiar la casa y nunca nos comunicó a nosotros, a los que hicimos el operativo, porque si nosotros hubiésemos sabido evidentemente desmontábamos todo y nos íbamos.

El sábado 25 se produjo la entrega, la liberación nuestra y la del doctor Echeverría, bajo la condición de que nos dieran todas las garantías a nuestros derechos humanos. Incluso a la casa llegó la esposa del presidente Febres Cordero. Al final con Robles Plaza, Asdrúbal de la Torre y Efrén Cocíos se condicionó que nos detuvieran en un cuartel militar, que los procesos fueran sin torturas, sin violación a nuestros derechos humanos y que nos garantizaran la aplicación de la justicia. Eso fue lo que pasó, sin embargo, cuando ya llegamos al cuartel, al fuerte militar, la tortura fue de carácter sicológica, yo puedo hablar de lo que me toca a mí, [nos llevaron ] al Fuerte Atahualpa en Machachi, ahí nos tuvieron. Nosotros llegamos en la noche y a mí me interrogaron hasta cerca de las cuatro de la mañana, un tremendo operativo, en el bus iba Robles Plaza. Llegamos allá y ahí apareció Febres Cordero, nos dijo que nos atuviéramos a las consecuencias de lo que habíamos hecho, él lo único que quería era garantizarnos que se cumpla con la ley, que aceptáramos lo que habíamos acordado, que era entregarnos e iniciar los procesos, nada más”.

El 27 de mayo de 1986, Yelena Moncada, Oswaldo Salazar y PatricioAlmeida fueron trasladados al Cuartel Militar Atahualpa de la ciudad de Machachi. Orlando Pérez afirma que al momento de los interrogatorios:

“Cuatro oficiales -supongo yo- empezaron a preguntarnos de todo, no me dejaban dormir, yo ya estaba agotado, cansado, llevábamos cinco días de agotamiento total y me despertaban, me golpeaban, sin mayor fuerza, me insistían que dé nombres, que dónde estaban las armas, que dónde guardábamos el armamento, que cuál eran nuestro contactos, que de dónde nos habíamos financiado qué contactos internacionales teníamos, querían todo tipo de información. Ellos querían saber que pasó en Cochapamba, porque yo arrendé esa casa, cuando estaba de novio con Martha Cecilia Bailón y ella militó en Alfaro Vive, y yo me separé de ella tres meses antes de que ocurriera la explosión. Yo no sabía exactamente en qué andaba ella y me abrí [de la relación]. Pero ellos insistían en que yo dijera qué pasó ahí, por qué les maté, ellos tenían la tesis de que yo les maté.

En ese interrogatorio que duró por lo menos unas seis horas, que no me dejaban dormir y que me despertaban y me empujaban. Preguntaron en detalle casi todo lo que había sido mi vida, lo que había sido el operativo, querían saber quiénes dirigían, ellos suponían que ese operativo no era dirigido por nosotros sino por políticos de otros partidos políticos, de otras organizaciones, y entonces ellos creían que no éramos nosotros sino que éramos utilizados, por eso nos pedían nombres de dirigentes sindicales, políticos de izquierda. Cuando algunos se iban a bañar les ponían electricidad en las duchas, en el primer chorro se pegaban el susto de su vida, pero a mí me paso una sola vez.

En una ocasión, Asdrúbal de la Torre y Efrén Cocíos miembros de la comisión de mediación que participó en la liberación de Enrique Echeverría fueron a visitar a los detenidos, quienes afirmaron que debido a no poder recibir visitas y a la distancia en la que se encontraba de Quito para dar trámite a sus juicios habían decidido que se les trasladara al Penal García Moreno de la capital.

“Decidimos ir con todas las garantías al penal, además sabíamos que ahí estaban otros compañeros de lucha. Después, claro empezaron los procesos, los juicios, nosotros habíamos cometido en términos jurídicos plagio. Entonces era de pedirle al tribunal que se inicie el proceso de plagio. Pero nos instauraron todos los juicios posibles, asociación ilícita, tenencia ilegal de armas, falsificación de documentos, etc”.

El 2 de junio de 1986, Yelena Moncada fue trasladada a la cárcel de Mujeres de El Inca, en Quito, sitio en el cual la doctora Miriam Betancourt, enviada por el Tribunal de Garantías Constitucionales, realizó una ecografía a Yelena Moncada y analizó los hematomas en su cuerpo. En este lugar permaneció dos meses. Sin embargo, en los registros policiales aparece como detenida desde el 11 de junio, ocultándose veinte días de detención según la certificación obtenida mediante la acción de hábeas data. Luego de permanecer diez días más en el SICPichincha, Ketty Erazo fue llevada a este lugar. Juntas fueron conducidas después al CDP (Centro de Detención Provisional) en donde, conforme asevera Yelena Moncada, eran torturadas psicológicamente: “los policías llegaban y desbarataban todo, se llevaban los libros, rastrillaban armas y lanzaban disparos al aire y [en un intento de fuga de uno de los internos] botaron  bombas lacrimógenas”. Ya en el Penal García Moreno, Orlando Pérez refiere que:

“Iniciaron todos los procesos para que el plagio no sea el mayor [delito], sino que sea el menor. Estando así por el plagio, el juzgado, si no me equivoco, Segundo de lo Penal, nos dio fianza para poder salir. Y el 9 de febrero [de 1987] yo salía libre y salí hasta la puerta del penal y en la salida un operativo del GIR o del GOE no me acuerdo, llegaron e impidieron que saliera aduciendo que yo tenía otros juicios. Entonces yo les decía: ‘muéstreme la orden de detención’, y no llegaba estuve una hora y pico ilegalmente detenido y llegó la orden de detención con otros juicios y ya esos eran inventados porque no tenían pruebas, de asaltos, de robos, de los que yo no tenía ni idea de lo que estaban hablando y me volvieron a meter a la cárcel”.

El 12 de febrero de 1987, día de visita en el penal, Orlando Pérez se encontraba con un familiar en su celda, cuando miembros de la Policía Nacional, entraron al lugar y le comunicaron que debía acompañarlos al Servicio de Investigación Criminal de Pichincha para ser interrogado.

“… cuando me llevaron al SIC pensé que me llevaban a hacer declaraciones. Y cuando llegué ya tenía vendado los ojos y me metieron en un cuarto ahí en el SIC entonces me dicen ‘ahora sí cuéntanos toda la verdad, y no vas a salir vivo si no nos cuentas todo’, entonces dije pregúntenme no más que estoy dispuesto a todo: a ver ¿por qué le mataste al fulano de tal? Y yo les decías si yo no le he matado, y empezó la paliza, entonces el primer puñete en el estómago después un tremendo puñete que me dejó sin aire y enseguida empezaron a darme palo, o sea puñetes, cachetadas, golpes en la cabeza, como ablandándome para que empezara a hablar. Ahí sí me asuste, esto va en serio, díganme qué quiere que hable, comenzaron a hacerme preguntas de una cosa, de la otra, me daban unos cinco minutos de respiro para poder tomar aire y cuando ellos suponían que yo estaba mintiendo otra vez me caían a palos.

Ya que para ellos no daba la versión que ellos querían, comenzaban a hacerme trípode [guindada] y eso fue para mí un momento espantoso, terrible, porque toda la carga de la sangre se baja a la cabeza y uno comienza a inflamarse, encima que le estén dando palo en las nalgas, en la espalda y claro con todos los epítetos de machito, mariquita, una cantidad de barbaridades que en ese momento uno sabe que va a estar a expensas de eso. Y una tercera forma de tortura fue ponerme la pistola en la cabeza, ponerme la pistola en la boca, soltar el gatillo, sonaba clip, y uno ya pensaba que ya volaba en ese rato. Y llegó un momento, yo me exasperé tanto de los golpes que me daban que me quité las vendas de los ojos, y los comencé a insultar, a gritar y a pegar y ahí es cuando veo a este señor, el capitán Zea, después le identifico en una foto del periódico que se llamaba así, capitán Zea, porque fue asesinado en un operativo por narcotráfico o alguna cosa de esas. Y él gritó: ‘ya se volvió loco, ya paren, paren, ya se rayó’, y ahí pararon.

La segunda noche para amanecer al tercer día, incluso me metieron una mujer, que supongo que ese era un método que utilizaban: una mujer con un perfume muy llamativo que me decía: ‘mira a mí me detuvieron, mira no seas malito ayúdame’, y comenzó a hablarme cosas de que le habían detenido porque tenía problemas con algún capitán, y yo ya me di cuenta que era una mujer policía y quería que le contara ‘y vos por qué estás aquí, y no tienes familia cuéntame qué hiciste’, entonces yo me la comencé a cuentear [engañar], a cuentear todo lo que podía y a hacerme la víctima de esto, pero al final dijo ella: ‘este es un hijueputa que no quiere hablar’, entonces se levantó y se fue. El tercer día me volvieron a dar otra tanda de palo para despedirme y me dijeron: ‘ya te largas de aquí, te vas’, y el capitán Zea que yo ya lo tenía identificado dijo: ‘aunque salgas de aquí vivo algún día te encuentro y te mato, vas a ver, porque no hay mejor guerrillero que el que está muerto, así que atente y dile a tu familia que se cuide porque si no eres vos, será cualquier otro de tu familia, porque todos los comunistas, todos los terroristas involucran a su familia’. En ese día incluso hicieron dos cosas que para mí fueron muy fuertes, la una fue mostrarme las fotos del cadáver de Martha Cecilia Bailón, todo destrozado, me dijeron ‘esto es lo que hiciste con ella, mira’, yo nunca había visto esas fotos, ‘esto le hiciste vos, le mataste, mira, mira lo que hiciste’. La otra fue que llevaron al dueño de casa de Cochapamba, me sacaron y dijeron ‘éste es?’ ‘-sí, éste es’ [contestó], éste es el que arrendó la casa.

De ahí salí al policlínico y tenía una rotura en la cabeza, profunda, por la cual sangraba y ellos trataban de que no quedaran huellas. O sea cuando hicieron eso se dieron cuenta que ahí se les fue la mano, tenía una huella de tortura, porque los palos eran inclusive con una envoltura de una toalla o ropa y claro no quedan huellas esos momentos pero después, al otro día, al cuarto día uno comienza a sentir unos dolores espantosos por todas partes.

Cuando me llevaron al policlínico el médico certificó que estaba en buenas condiciones y yo le increpé ‘mire que tengo rota la cabeza, mire cómo me han dado palo y usted está poniendo que no se me ha golpeado’ y me dijo, me hizo un gesto de qué quieres que haga. Y de ahí me sacó una mujer policía muy bonita, me fue jalando y me fue dando palo y cuando me botaba en la cárcel me dijo: ‘si vos hablas de esto, vas a ver lo que le pasa a tu familia’ y me botó al Penal García Moreno”.

Por otra parte, luego de haber permanecido detenida más de siete meses, el 2 de enero de 1987, en la labor de parto, Yelena Moncada fue transportada a la maternidad Isidro Ayora, escoltada por dos trucutus (vehículos antimotines), dos patrulleros y una gran cantidad de efectivos policiales. Recuerda que “el 3 de enero me pusieron sola en una habitación y entró un chapa [policía], oficial altote, que se acercó a la cuna y me dice: ‘olvídate que vas a tener a esa pelada, porque será para comida de los lobos’, vinieron las enfermeras y ahí se largó. Mi hija presentó convulsiones febriles a los ocho meses, a los diez meses y al año. Tomó fenobarbital  hasta los cinco años de edad. La niña tuvo problemas de salud [bajas defensas, anemia, hipoglucemia y problemas respiratorios]”.

A Yelena Moncada se la acusó de participar en el plagio del doctor Enrique Echeverría y de asociación ilícita. Fue sentenciada a un año de prisión correccional. En febrero de 1987 salió en libertad provisional, en virtud de la fianza aceptada por el juez primero de lo Penal de Pichincha. Los primeros años, después de salir de la cárcel, sufrió de insomnio y pesadillas y, con posterioridad, presentó problemas en el oído. Orlando Pérez fue sentenciado a dos años cuatro meses de prisión por plagio:

“Yo salí libre el 25 de junio de 1989, porque en septiembre ya estaba en Cuba, me fui a estudiar allá. Antes de viajar a Cuba recibí unas llamadas telefónicas a la casa de mis papás amenazándome de muerte, diciéndome que me cuidara. Llegaron a la casa de mis papás, les requisaron, mis hermanos cuentan que los seguían, que les estaban chequeando, que siempre había una persona ahí. La casa de mi abuela también era vigilada, toda la familia fue acosada. A mi esposa la tenían vigilada todo el tiempo, también la interrogaron, la hostigaban, la fastidiaban, la seguían…”.

Después de algunos años, Orlando Pérez regresó al Ecuador. Ha ejercido el periodismo en la mayor parte de su vida profesional. En la actualidad se desempeña como subsecretario de la Secretaría de Pueblos. De Oswaldo Salazar lo único que se sabe es que fue detenido arbitrariamente. De Patricio Almeida no se tienen mayores datos, que no sean las menciones que realiza Yelena Moncada en su testimonio.

viernes, 23 de agosto de 2019

Salazar Gustavo, Escrito para el Encuentro de Talleres literarios

GUSTAVO GARZÓN.

Nos presentó el entusiasta hacedor de revistas: Ramiro Pérez, animador del grupo de la revista La Mosca Zumba. De naturaleza tímida y reservada, su rostro y su trato denotaban generosidad y tolerancia. No desaprovechabamos oportunidades para hablar de la vida o de literatura, pues, él perteneció, con su grupo, a los fervorosos lectores de autores “contemporáneos”: estaban con Cortázar, Böll, Frisch, Borges o Vargas Llosa mientras yo me había quedado –y veinte años después sigo– con Gogol, Moravia, Eça de Queiroz, Quevedo y Céline aunque coincidimos con uno u otro autor.

En un par de ocasiones fui con mi buen amigo Iván Rodrigo, hermano suyo, a visitarlo en la cárcel, le llevé un par de libros, ya que seguía empeñado en realizar su tesis acerca de la narrativa de Humberto Salvador, aplicando la lingüística de Chomsky, metodología que, lo confieso, jamás he entendido. Él estaba interesado en la obra vanguardista del narrador ecuatoriano, mientras que yo superponía la obra paródica y humorística a la militante. A su salida del panóptico solicitamos a un común amigo, el librero Edgar Freire, que nos ayudase a conseguir las raras ediciones de las obras del autor de Noviembre, empeño que quedó inconcluso ya que poco después desapareció nuestro querido Gustavo.

Recuerdo la última vez que nos encontramos, habrá sido la tarde del jueves 8 de noviembre de 1990, de casualidad coincidimos en la librería Cima, regentada por Edgar, con quien conversamos un rato y luego, tras despedirnos, Gustavo y yo fuimos a tomar unas cervezas, yo disponía de tiempo para recoger a mi pasión de aquel entonces, la que al año siguiente sería la madre de mi hija Sofía, ella salía de su trabajo a las 7:30 de la noche; con mi tocayo tuvimos un grato y entrañable diálogo, no puedo decir al calor, sino al frío de unas cervezas; minutos antes de ir a recoger a mi amada, le consulté si quería esperarme, asintió, no sin antes llamar por teléfono a su madre desde la cantina en donde estábamos, bajo el “Teatro” Capitol, pues habían acordado que se reportaría cada hora para preservar su bienestar y la tranquilidad familiar. Ya se veía venir el desagradable resultado de su “desaparición”, nuestra bella acompañante se avino a la “reunión”, y pasamos una tarde agradable entre risas, libros y cervezas de las que agotamos varias botellas, y siendo hora de partir, hacia las 9 p.m. lo acompañamos hasta donde se bifurcaban nuestros caminos, el edificio del Banco Central del Ecuador, frente al monumento a Bolívar, él iba hacia San Juan y nosotros hacia La Ronda; antes del efusivo abrazo y la correspondiente recomendación de que se cuidara, me comentó que el viernes iría a la salsoteca "Son Candela" y que si yo podía nos viésemos. Tengo entendido que tras salir de allí no se supo más de él. 

Con este escueto testimonio me sumo con un saludo cordial a su homenaje.

Gustavo Salazar

Toma de la Plaza Grande

Lugar: Plaza Grande
Hora: 15:00h
Fecha: 2019-08-23



Fotos: Pilar Tobar

Plantón y evento artístico Plaza Grande

Lugar: Plaza Grande
Evento artístico
Plantón
Participan:
ASFADEC
Fecha: 2019-08-22
Hora: 11:00 a 13:00h






Reunión Cedhu 2019-08-22

Reunión Cedhu
Participan:
Cedhu, Familiares de Gustavo Garzón
Tema: Corte Interamericana de Derechos Humanos
Fecha: 2019-08-22
Hora: 11:00h




viernes, 16 de agosto de 2019

miércoles, 14 de agosto de 2019

Donoso Nuevo Realismo Ecuatoriano

Taller CCE Blogspot Alfredo Noriega

http://tallercce.blogspot.com/2009/10/alfredo-noriega-literatura-viajante.html

Miguel Donoso ese escritor enorme

https://www.elcomercio.com/tendencias/migueldonosopareja-escritor-maestro-muerte-literatura.html

Miguel Donoso Pareja, ese maestro enorme 594 En 1987, seis años después de su regreso al país desde México, Miguel Donoso Pareja se radicó definitivamente en Guayaquil, en su casa de Urdesa. Foto: Archivo. VALORE Indignado 0 Triste 5 Indiferente 0 Sorprendido 0 Contento 0 Ivonne Guzmán Editora (I) LEA TAMBIÉN Como si se tratase de un presentimiento, en noviembre del año 2014, con ocasión de la Feria del Libro de Quito, el escritor mexicano Juan Villoro vino a Quito a rendirle homenaje a su maestro: Miguel Donoso Pareja. Cuatro meses después, su maestro ha muerto. Sucedió ayer (16 de marzo de 2015), en Guayaquil. Ayer en la tarde, al enterarse de la noticia, el mexicano ratificó lo que por el estado de salud de Donoso Pareja ya había sabido en noviembre: “Mi idea era saludar a mi maestro de siempre y participar en su homenaje. En cierta forma me preparé para una despedida, pues consideraba difícil que nos volviéramos a ver”. A finales de noviembre, antes de su llegada a Quito, en una entrevista vía correo electrónico, Villoro dijo, entre otras cosas: “Miguel tenía la capacidad de estimular muy diversas virtudes en sus alumnos, dependiendo de las facultades de cada uno”. A inicios de los años 70, Donoso Pareja creó y dirigió talleres literarios en México, país donde residía desde los años 60, luego de exiliarse por razones políticas. Como asegura el también escritor ecuatoriano Javier Vásconez, la del guayaquileño es “una figura que merece mucho respeto en el sentido de que fue uno de los fundadores de los talleres México, donde tuvo discípulos destacadísimos, como Juan Villoro”. Villoro también dijo antes de su venida a Quito: “La deuda que tenemos (los mexicanos) con él es impagable, al menos la mía lo es. Publicar y presentar un libro suyo (editado por la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica) es lo menos que México puede hacer por alguien que formó a una generación de autores y que incidió de manera decisiva en el periodismo y el mundo editorial de nuestro país”. Además de él, los escritores mexicanos David Ojeda, José de Jesús Sampedro e Ignacio Betancourt se formaron en los talleres de Donoso Pareja. Su generosidad en este campo también alcanzó al Ecuador. A inicios de los 80 volvió a vivir en el país y trajo sus famosos talleres, donde igualmente se formaron al menos dos generaciones de escritores. Entre ellos: Huilo Ruales, Alfredo Noriega, Jorge Martillo, Fernando Balseca, Jenny Carrasco, Gustavo Garzón, Gilda Holst, Byron Rodríguez V., Jorge Velasco McKenzie o Raúl Vallejo. Rodríguez V. lo recuerda como “un maestro riguroso, que causó en Quito y en el país una revuelta literaria, porque su método consistía en que los talleristas fueran muy activos: eran los propios lectores que, bajo su mando, primero analizaban la estructura del cuento, la novela o el poema y luego el lenguaje. Y además fomentó una sana rebeldía para desacralizar a la ‘vacas sagradas’ del momento”. Hombre frontal, a veces duro en la forma en la que hacía saber su parecer -el mismo Vásconez fue protagonista de uno de estos episodios, según recuerda- Donoso Pareja le huyó a la complacencia, a los eufemismos y a los mutuos elogios que no aportaban al progreso del hecho literario. Apenas llegado, reactivó el debate; fue así como para rebatir a Rodrigo Villacís Molina, entonces editor cultural de este Diario, fomentó intensas discusiones desde un suplemento cultural guayaquileño en torno a lo que pasaba en la literatura local del momento. Donoso Pareja era una voz autorizada en la materia, pues no solo su ejercicio como escritor -cuentista destacado a criterio de Vásconez- lo calificaba, sino todo el intercambio y roce que vivió durante su estadía en México. Allí, por ejemplo, fundó junto con Julio Cortázar, Juan Rulfo, José Revueltas, Pedro Orgambide y Eraclio Zepeda la revista Cambio. Esa época, que pudo haber ido mucho más allá si él un día, luego de esperar una hora para que un taxi lo recogiera, harto, no hubiese decidido dejar de “perder la vida” esperando taxi en una ciudad enorme como México DF y volverse al Ecuador. Desde ayer, su figura enorme -y casi paralizada los últimos años- y su vozarrón ya no están, y junto con Villoro serán muchos los que como él puedan decir: “No hay un solo día en que no piense en él. Es mucho lo que le debo; es más lo que me queda por pagarle”. Miguel Donoso Pareja vivió el enigma de las dos patrias Raúl Vallejo: 'Miguel Donoso Pareja, un maestro generoso de la escritura' El último deseo de Miguel Donoso fue que sus cenizas se esparzan en el mar Donoso Pareja, un escritor 'múltiple' formador de escritores Juan Villoro lamenta la muerte de su maesto Miguel Donoso Pareja Fechas claves 1961 Miguel Donoso Pareja obtuvo ese año una mención en la editorial Casa de las Américas de La Habana, Cuba, con su poemario ‘Los Invencibles’. 1962 y 1963 En 1962 se afilió al partido Comunista. En 1963 estuvo 10 meses preso sin fórmula de juicio y de allí lo expulsaron a México sin un centavo en el bolsillo. 1970, 1974 En 1970 ingresó a la Dirección de Difusión Cultural de la UNAM. De 1974 al 1976 fue profesor de Estructura de Novela en la Facultad de Filosofía y Letras. 1985 y 1987 Obtuvo la beca internacional de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation. En 1987 fue Presidente de la CCE Núcleo del Guayas.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección:
https://www.elcomercio.com/tendencias/migueldonosopareja-escritor-maestro-muerte-literatura.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com

El método de Miguel Donoso jugarse todo por el texto

https://especiales.elcomercio.com/planeta-ideas/ideas/22-marzo-2015/el-metodo-de-miguel-donoso--jugarse-todo-por-el-texto


Cuando lo vimos, alto y fornido, de piel bronceada, pelo gris y barba blanca, parecía un capitán de barco que había acoderado en infinidad de puertos.

Amaba el mar, tanto que trabajó tres años en la Flota Mercante Grancolombiana.

Dejó el oceáno y los horizontes azules por otros parajes igual de inciertos, mágicos y vitales: la Literatura y el Periodismo. Era Miguel Donoso Pareja, poeta, novelista y ensayista, y ante todo maestro de nóveles escritores.

En el aún sosegado 1982 desembarcó en Quito para dirigir los talleres literarios de la Casa de la Cultura Ecuatoriana 'Benjamín Carrión' (CCE).  

Contó con el entusiasta auspicio del profesor Edmundo Ribadeneira, presidente de la Casa, y de Martha Palacios, directora de Comunicación.

Donoso Pareja, quien falleció el pasado lunes en su natal Guayaquil, a los 83 años, venía con la fama de haber dirigido, durante 18 años, los talleres literarios en la Universidad Autónoma de México (UNAM) y en San Luis Potosí de ese país.

Allí, entre otros destacados escritores, fueron sus alumnos: Juan Villoro, David Ojeda, José de Jesús Sampedro e Ignacio Betancourt.
En 1964 se exilió en México D.F., donde recibió la mano amiga de Tito Monterroso, maestro del cuento breve. En ese país fue profesor de estructuras de la novela, en Filosofía y Letras de la UNAM.

Llegó a ser Supervisor nacional de talleres literarios en el país azteca y con Julio Cortázar, Juan Rulfo, José Revueltas, Pedro Orgambide y Eraclio Zepeda, fundó la revista Cambio.

El mundillo literario quiteño se alteró cuando hubo la convocatoria a los talleres por la prensa. El requisito: presentar dos cuentos o dos poemas. La convocatoria fue vasta entre los jóvenes de aquel tiempo. Los escogidos, 21. Una día estuvimos sentados alrededor de una gran mesa de cedro, en el segundo piso del viejo edificio de la CCE: Huilo Ruales, Alfredo Noriega, Gustavo Garzón (lúcido narrador desaparecido en 1990), Rubén Darío Buitrón, Vicente Robalino, Byron Rodríguez  V., Edwin Madrid, Diego Velasco, Allan Coronel, Diana Magaloni (mexicana), María Luisa Rodríguez (chilena), Alejandro Velasco, René Jurado, Jennie Carrasco, Francisco Torres Dávila, Pablo Salgado, Ramiro Pérez, Miguel Donoso Gutiérrez, hijo del maestro;  Pili Pachano,  Rubén Vásquez;  Cecilia Velasco (de apenas 18 años; la mayoría tenía 20 años y unos pocos frisaban la treintena).

Asustados por el vozarrón de Donoso Pareja, quien de entrada cuestionó la complacencia y comodidad (la escritura es una dificultad adquirida, no la eludan, tendrán las consecuencias más inesperadas, era una de sus tesis); huía a los eufemismos, a los elogios mutuos y a las capillas literarias, que desdibujaban al hecho literario.

El maestro Donoso fijó las reglas: cada quince días debíamos presentar un cuento o un poema. El autor leía en voz alta.

Luego, bajo la guía del maestro, cada uno emitía sus opiniones sobre el texto. Después venían las arduas correcciones, y otra ronda de lectura, en la siguiente sesión, hasta que los trabajos fuesen dignos.

Esto ocurrió entre 1982 y 1984, tres años de intenso trajín.

Al final publicamos 14 libros, de poesía y cuento, en la colección Serie Hoy, Jóvenes escritores ecuatorianos, de la CCE.

Además de la pasión por escribir y leer diversa y gran literatura, que nos inculcaba siempre, incluso cuando dejamos el taller, ¿cuál era el encanto de este tallerismo?: el aprendizaje compartido. Donoso aplicó en Quito, luego en Guayaquil, donde fue a residir en 1987, y en Manta, un concepto diferente de lo que debía ser un taller literario, en el Ecuador casi siempre ligado a los grandes problemas sociales antes que al texto, más conectado a la idea de tertulia ideológica que a un trabajo sobre y por el texto.

Taller
Taller
Producto del taller se editaron Posta I (Quito) y II (Guayaquil), antologías en la UNAM y en Hispamérica.








En el libro ‘El taller literario como aprendizaje compartido, el Banco Central y la formación de nuevos escritores’ (Banco Central, Guayaquil, 2006), el conocido poeta Fernando Itúrburu dice: “Por primera vez se iría a discutir los textos, los trabajos escritos por sus miembros, y no los grandes problemas que aquejaban al pueblo”.

Donoso Pareja tenía una propuesta técnica, centrada en el “cómo se dice” , más que en el “qué se dice”. “Lo que deviene, aunque parezca paradójico, la única manera de defender lo que cada autor, según su propio contexto y visión, quiere decir”, señala Donoso en el libro.

Quería dotar, y lo hizo, a los jóvenes autores del instrumental expresivo necesario y que no se intente “orientarlos” sobre qué deben escribir, peor manipularlos temática e ideológicamente. Por eso, luchaba contra el paternalismo, contra aquellos que piensan que a los jóvenes hay que decirles qué tienen que pensar y hacer.

Donoso propone en el libro mencionado: “Los nuevos talleres literarios tuvieron, desde sus inicios, tanto en México como en Ecuador, un interés central en el texto y la idea de optimizar su elaboración, por un lado, y por el otro, la de descentralizar la producción y la proyección literarias como una forma de integración nacional”. Se oponía al “quiteñocentrismo”, por eso trabajó en las ciudades antes citadas.

El autor de la novela ‘Hoy empiezo a acordarme’, una bien lograda reflexión sobre el erotismo, ficción auspiciada por la Fundación Guggenheim, sostenía que la Literatura es como un gran árbol, alimentado por la historia, la sociología, la antropología y, claro, por la cosmovisión de cada autor.

Gran conocedor de los estructuralistas (Roland Barthes, Roman Jakobson, entre otros), Donoso proponía analizar la estructura del cuento, por ejemplo, la correcta sintaxis de los personajes (que no caigan en contradicciones), la creación de atmósferas, la veredicción necesaria con la realidad, los puntos de vista narrativos, el nudo o conflicto entre dos bloques de tensión, hasta llegar al clímax, en cuentos situacionales (la mayoría).

Luego el trabajo de la “piel” del texto o el lenguaje: sintaxis, adiós a lugares comunes y al lenguaje acaramelado y cursi (para eso se valía de un bien afilado lápiz rojo). Es decir, un lenguaje sugerente pulido, en el cual primaban los indicios o pistas narrativas para crear una bien organizada ambigüedad y la necesaria polisemia (múltiples lecturas), de tal suerte que el texto no fuese plano.

Conocía las teorías de Tzvetan Todorov y Julia Kristeva y del ruso Vladimir Propp, un estudioso de las estructuras del cuento popular.
Sus tesis no las explicaba en una cansina reunión, sí mientras leíamos (la ventaja de contar con lectores críticos).

Donoso tenía la intuición para sugerir a cada autor qué camino original seguir. Hubo líneas narrativas de  los talleristas: fantástica, urbana, amatoria, erótica, mítica, irónica y de humor… Valió la pena. La mayoría siguió escribiendo con perseverancia. Vinieron libros  y premios.  Solo gratitud para el viejo marinero que veía en el mar de la Chocolatera el “relincho azul del unicornio”.



Alejandro cercano y querido te recordamos

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Alejandro, cercano y querido, te recordamos Pablo Salgado Jácome - 14 de julio de 2017 - 00:00 Siempre estaba con una sonrisa bajo el brazo y con una broma a flor de labios. Era su signo y su identidad. Siempre abierto a conversar, incluso el silencio se transformaba en una broma o en una sonora carcajada. No importa que fuera repetida y recurrente. Con su blanca cabellera y su porte de jugador de rugby. Así, cercano y querido, lo recordamos. Y recordaremos siempre. A Alejandro Velasco (Riobamba, 1956-Guayaquil, 2017) lo conocí, nos conocimos, en el taller de Miguel Donoso Pareja. Llevaba el pelo largo, ensortijado -a lo afro- y bigotes. Es más, los dos llevábamos bigotes. Y desde el primer momento destacó porque -a diferencia de algunos de nosotros- era abierto y dicharachero. Además, en ese momento estudiaba teatro y -quizá por ello- siempre estaba como metido en una obra permanente. Escribía relatos y poesía, aunque en el taller se decantó por la narrativa. Publicó en el Libro de Posta, la narrativa actual en Ecuador (El Conejo, 1983) que acogía a los primeros textos narrativos de los talleres junto a, entre otros, a Galo Galarza, Denis Rosales, René Jurado, Luisa Rodríguez, Gustavo Garzón, Ernesto Torres, Israel Pérez, Alfredo Noriega. En este libro publicó dos textos: ‘Los asesinos impalpables’ y ‘Óxido’, como algunos empezaron a llamarlo.         Nuestra relación fue siempre cercana, aunque intermitente. Luego nos juntamos en Eskéletra, ya que fue parte de dos antologías: En busca del cuento perdido y Toros en el corazón, que recogían los textos del grupo Eskéletra. Después se publicó su libro de poesía Gesto Mate (1995), dedicado a sus mujeres que tanto amó; Candela, Cristina, Sayana, Jazmín, y Démian, claro: “El verso gotea, cae sin asentar los pies y deja todo como si el porvenir fuera un definitivo habitante del alba. Es un poemario que alivia, que mata como si nos naciera”, escribió Huilo en la contraportada. Inmediatamente después disfrutamos al máximo en un proyecto innovador en aquellos años sombríos del Quito pacato y mojigato: la revista Mango, las palabras de la piel. Alejandro fue el primer director y juntó a un grupo importante de colaboradores: Pedro Saad, Abdón Ubidia, Iván Oñate, Fernando Artieda, Humberto Vinueza, Miguel Donoso, entre otros. Juntar erotismo y poesía era la clave, junto a fotografías -pioneras, en ese momento- de desnudos de mujeres ecuatorianas: “La relación entre erotismo y poesía es tal que puede decirse, sin afectación, que el primero es una poética corporal y que la segunda es una erótica verbal”.   Alejandro, con su voz de locutor antiguo, siempre estaba predispuesto para animar cualquier velada artística. Nunca decía no. Siempre solidario y profundamente humano. Luego, estableció una relación profunda con el pintor Oswaldo Guayasamín, ya que escribió los textos de varios de sus libros: El tiempo que me ha tocado vivir; Desnudos; Retratos; Paisajes y flores. Una noche, Alejandro me propuso que lo acompañara en la campaña de alfabetización iniciada por ‘Cachito’ Vera y continuada por Raúl Vallejo, durante el gobierno de Rodrigo Borja. Acepté y recorrimos juntos el país, llevando a casi todas las provincias grupos de teatro, de danza, de títeres. Fue una experiencia que nos juntó para siempre, pues compartimos enormes conversaciones y largos viajes por tierra.     Alejandro escribió -durante un tiempo- los discursos del expresidente Correa y eso era siempre motivo para largas tertulias en torno al poder. Siempre divertido, incluso en los momentos de dolor cuando la guadaña aquella empezó a acechar su vida y sus versos. Así te recordamos, Alejandro, como un eterno y querido contador de historias. (O)

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El mejor homenaje a Miguel Donoso: mantener sus talleres con su metodología

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El mejor homenaje a Miguel Donoso: mantener sus talleres con su metodología

Desde noviembre de 2014 hasta el último viernes 13 de marzo, el Ministerio de Cultura y Patrimonio estaba trabajando de la mano del escritor guayaquileño Miguel Donoso para abrir en varias provincias del país talleres de corte literario. Pese a la muerte del maestro Donoso –el día de ayer (16 de marzo), debido a una afección pulmonar- esta Cartera de Estado ratificó el compromiso –como una manera de homenajear su memoria- de continuar con el proyecto.

La idea que se trabajaba con Donoso era emplear en los talleres su metodología, que, entre otros aspectos, propone analizar los textos de manera impersonal, ajena, para que en la crítica no interfieran afectos personales. Es decir, analizar directamente el cuerpo del texto sin pensar en quién lo escribió.

No iba a ser Donoso quien dictaría las clínicas literarias –por su estado de salud no podía- sino otros facilitadores capacitados por él mismo. El proyecto, actualmente en estado piloto, continúa. Este año se pretende arrancar los talleres en tres provincias del país.

En la década de los setenta, Donoso dirigió talleres literarios en México. Entre sus alumnos consta el ahora reconocido escritor mexicano Juan Villoro, quien para entonces –según contó en su reciente visita a la Feria Internacional del Libro de Quito 2014- tan sólo había escrito un cuento. Sus clínicas también abarcaron Ecuador. Desde los años 80, cuando retornó al país, formó a narradores de al menos dos generaciones. Entre esos, Huilo Ruales, Alfredo Noriega, Jorge Martillo, Fernando Balseca, Jenny Carrasco, Gustavo Garzón, Gilda Holst, Byron Rodríguez V., Jorge Velasco McKenzie y Raúl Vallejo.

Buitrón, El crimen perfecto del Febresborjismo

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El crimen perfecto del febresborjismo
15
Miércoles
Abr 2015
Posted by rubendariobuitron in Periodismo ≈ Deja un comentario
EtiquetasÉtica, Derechos Humanos, Libros, Literatura, Miguel Donoso Pareja, Poesía, Talleres de literatura
GG y RDB

Gustavo Garzón fue mi hermano en la poesía y el relato y la lectura y, por tanto, en la vida.

Con él, ambos veinticincoañeros, y unos 15 compañeros más (Huilo Ruales, Pablo Salgado, Galo Galarza, Alfredo Noriega, entre otros), hicimos la “maestría” en literatura durante tres años bajo la tutoría del querido maestro Miguel Donoso, quien no solo nos enseñó a escribir textos sino a que la escritura y la vida son actos de rebelión incesante.

Poco antes de terminar los 36 meses de taller, Miguel recopiló lo que para él eran nuestros mejores cuentos elaborados en esa etapa y editorial El Conejo publicó El libro de posta.

Y luego, como si fueran nuestras tesis de grado, bajo su mirada rigurosa e irreverente, Miguel y la Casa de la Cultura, dirigida por el mejor presidente que ha tenido la institución, Edmundo Ribadeneira, publicaron nuestros primeros libros.

El de Gus, a quien yo lo llamaba “el monstrito tierno”, se llamó Brutal como el rasgar de un fósforo, una serie de cuentos dedicados a los guerrilleros de aquellos años. El mío, Instrucciones para llegar al orgasmo (instrucciones que, en realidad, eran una provocación experimental, un intento de bofetada a la sociedad hipócrita y mojigata de aquellos años).

Cuando concluyó el taller de Miguel nos sentimos huérfanos, solos.

No había otra manera de seguir que juntándonos de nuevo.

Y entonces, Gustavo y otros compañeros (entre ellos Rubén Vásquez, médico, dibujante y poeta exquisito; Byron Rodríguez, periodista, novelista y un maestro de la crónica; y Ramiro Pérez, un personaje singular e indescriptible) fundamos nuestra propio taller y revista literaria, La Mosca Zumba, una expresión y un espacio de todo lo que aprendimos con el maestro.

Alcanzamos a publicar cuatro números. Todo un récord en el Ecuador.
Con orgullo recuerdo que nuestra mosquita más brillante en esa segunda etapa fue Lucrecia Maldonado, quien hoy es, sin duda, una de las mejores escritoras contemporáneas del Ecuador.

A Gustavo lo encarcelaron por supuesta tenencia ilegal de armas y la policía “antisubversiva” le robó su camioneta. Un año después quedó libre por falta de pruebas.

Luego de la cárcel quería terminar su doctorado en Literatura en la U. Católica y seguir escribiendo.

Rodrigo Borja (Izquierda Democrática) ya era presidente dos años antes. Y pese al simulacro que este hiciera al cerrar el tenebroso Servicio de Investigación Criminal (SIC) como un gesto de poner fin al pasado oprobioso, represivo y de terror de Febres Cordero, algún oscuro grupo militar o policial desapareció a Gustavo el 9 de noviembre de 1990.

Dejó unos diez o doce cuadernos con decenas de poemas, cuentos y un borrador de novela. Todo inédito hasta hoy, aunque existen ciertas ediciones de escasa circulación u otras que hizo el Municipio de Quito, pero que quedaron embodegadas para que se devoraran los roedores.

Con su madre, doña Clorinda, y grupos de amigos y compañeros, lo buscamos por todas partes. Los criminales del Estado no dejaron un solo indicio. Aprendieron a matar sin dejar huella.

Una vez fuimos al cuartel de paracaidistas en Latacunga, donde desde la época del conservador Osvaldo Hurtado ya torturaban a los detenidos por sospecha de rebelión armada.

No estaba allí. Ni acá. Ni allá. Ni en ninguna parte.

Nunca más apareció. Nunca más lo vimos.

Los funcionarios del gobierno socialdemócrata no supieron o no quisieron explicar por qué mantuvieron la estructura criminal-represiva de Febres Cordero.

Por eso yo acuso de la desaparición de Gustavo Garzón al presidente Rodrigo Borja. A sus ministros. A sus generales. A sus jueces. A sus fiscales. A sus diputados. A todos los que desgobernaron el país de 1988 a 2002.

Porque en este caso de tanta nostalgia no hay inocentes: el febresborjismo cometió el crimen perfecto.

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Fotografía: Archivo particular (a la izq., Rubén Darío Buitrón. A la der., Gustavo Garzón)

Alfredo Noriega Guápulo

https://www.lahora.com.ec/noticia/1102265347/guapulo-entre-el-dolor-y-la-desesperanza

SECCIONES   /   CULTURA
‘Guápulo’, entre el dolor y la desesperanza
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 AUTOR. Noriega es narrador, dramaturgo y poeta. Actualmente es catedrático en París. (Foto: Facebook ‘Alfredo Noriega’)
“La realidad es lo increíble”, es la cita de Clarice Lispector con la que Alfredo Noriega previene al lector a las puertas de su última novela, ‘Guápulo’: un retrato desesperado de la cara infernal de Quito y sus habitantes.

En la sinuosa pendiente del Camino de Orellana, una joven vulcanóloga francesa fue acorralada por tres maleantes en medio de la noche. La asesinaron por arrancarle la cartera. La ambulancia la llevó a una clínica, donde murió después de que los médicos no quisieran ingresarla al quirófano, por no portar una forma de pago. El hecho supera cualquier ficción: sucedió en 2009, la víctima fue Charlotte Mazoyer y quedó en el olvido.

Diez años más tarde, Noriega revive el drama en la memoria de un padre angustiado por comprender la muerte absurda de Justine, su hija. Por fragmentos, el narrador arma un rompecabezas, con el afán de completar el recuerdo cada vez más difuso de quién fue Justine, a la vez que la frustración, el odio y la impotencia lo llevan a reconocer que la vida jamás vuelve a ser la misma cuando sucede lo irremediable.


Escribir no te salva
“Estaba buscando historias para un libro sobre crónica roja, y descubrí esta”, dice Noriega, quien alcanzó popularidad desde el 2002 con la novela ‘De que nada se sabe’, llevada a la pantalla en 2006 en la cinta ‘Cuando me toque a mí’, de Víctor Arregui. El texto dio inicio a la trilogía continuada con ‘Tan solo morir’ (2010) y ‘Eso sí nunca’ (2018).

Más que centrarse en la intriga que rodea al crimen, buscando motivaciones o culpables, Noriega prefiere desentrañar los efectos psicológicos y emocionales que un suceso trágico provoca, así como los aspectos filosóficos de la maldad.

Luego de informarse a través de los medios sobre el caso de Mazoyer, el autor empezó a escribir la novela en 2015, usando su experiencia como migrante en Europa (donde reside hace más de 30 años) como un puente entre dos mundos contaminados por la violencia y el miedo.

“A través de las historias, me interesa hablar de la verdad, descifrar la condición humana”. Aunque vierte una buena dosis autobiográfica en la creación de su personaje, Noriega señala que la literatura no es para él una forma de sanación, sino una necesidad incontenible de contar.

“No creo que el escritor intente apaciguar sus penas escribiendo. Para algunos autores es un ‘leitmotiv’ el liberarse de dolores, traumas, pero ese no es el propósito de la literatura. He querido contar una historia que tenga fuerza, que interese al lector”.


De vuelta a los Andes
“Quito es hermosa, pero es también una ciudad terrorífica”, dice Noriega, cautivado por la tierra natal que le pertenece a la vez que le resulta ajena. En ‘Guápulo’, las concurridas calles del centro-norte se cubren con un aura opaca que se hace cómplice del cinismo, la perversidad y el vicio.

Foro de los pueblos NYC

Pabel Muñoz Asambleísta
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Visité el @PeoplesForumNYC (formidable espacio progresista y de izquierdas) donde mañana conversaremos con nuestros hermanos latinoamericanos sobre el terrible giro de #Ecuador y los retrocesos que vivimos.

Nos vemos a las 7PM. Sala Violeta Parra.
320 West 37th Street, New York, NY 10018