jueves, 22 de noviembre de 2018

2019 Programa La noche boca arriba de radio Pichincha Universal

XI Feria Internacional del Libro y la Lectura Quito 2018


Stand de la Defensoría del Pueblo, con libros de Gustavo Garzón y fotografías

Escobar, Recuerdos de un subversivo


Ubidia, Callada como la muerte


Ubidia La Hoguera Huyente


Aguilar, Arturo Jarrín La encrucijada de un hombre sereno



lunes, 12 de noviembre de 2018

La bala que mató a Andrés padilla en Mascarilla

La bala que mató a Andrés Padilla en Mascarilla

Monumento a las víctimas de la represión Parque Julio Andrade

Mario López
German Sarmiento
Arturo Jarrín
Gladys Almeida
José Flores
Gloria Mendoza
Fernando Calderón
Juan Acosta
Robert Regalado
German Centeno
Arturo Basantes
Jorge Lima
Ricardo Merino
Saúl Cañar
Martha Baylón
Florencia Chica
Fausto Basantes
Sayonara Sierra
Pedro Villacís
Gustavo Garzón
Eddy Dután
Luis Vilatuña
Andrés Benavides
Byron Córdova
Yuri Moncada
William Ávila
Patricio Rojas
Marcelo Saravia
Myriam Loayza
Argentina Lindao
Consuelo Benavides
Jesús Campoverde
Fabián Medina
Hameth Vásconez
Alejandro Andino


2012, 36 esculturas
35 personas
Comisión de la verdad
Junio de 2010
Violencia política 1981 y 2000
1985-1986

Liberales
Alejandro Cárdenas
Roberto Andrade
Julio Andrade
Carlos Concha
Ulpiano Páez

Ramírez Dávalos
35 monumentos regulares de cristal














2018-11-08 Entrevista Radio Pichincha Universal Programa Noche Boca Arriba

2018-11-08 Entrevista Radio Pichincha Universal Programa Noche Boca Arriba
Director del programa: Pablo Salgado


Audio: Audiomack

miércoles, 3 de octubre de 2018

Gustavo Garzón y la luz por Luis Ángel Saavedra 2018-10-03

Recorte de prensa de diario Expreso, 1992.

Gustavo Garzón y la luz

Categoría: Actualidad Creado: Lunes, 01 Octubre 2018 18:30
Visto: 140
Por Luis Ángel Saavedra

En la pasada “Fiesta de las luces” en Quito, más allá de ser una plantilla endosada en cada edificio significativo del centro histórico con rellenos de imágenes animadas, algunas intentando calzar en las estructuras, como la de San Francisco, y otras proyectadas por proyectar, como en la Plaza Grande y Santo Domingo; más allá de unas atrocidades, como los paraguas colgando en una calle o la esfera gigante de alguna discoteca de los 80; hubo ciertas novedades, como esa especie de ballenas voladoras en la 24 de Mayo; y otra, que me atrapó por su sencillez: el homenaje a los desaparecidos, en la Mejía y García Moreno.

Era un ensamble de luces led con textos corredizos que no se dejaban leer con facilidad. En el costado derecho, en lo bajo, estaba la clave de la instalación: “Textos de Gustavo Garzón, desaparecido en 1990”. La gente que miraba este letrero recién caía en cuenta sobre el significado de la propuesta: “Ve, ha sido de un desaparecido” y volvían la mirada hacia los textos, ahora sí con el afán de entender lo que ha dejado escrito un desaparecido. Un concepto simple que proyectó un mensaje complejo, que evocó la luz que aún siguen emanando los cuerpos de todas las personas desaparecidas. Bien por Gary Vera, el autor de la propuesta.
Quizá faltó una frase final: “Brutal, como el rasgar de un fósforo”, que es con la que se describe la desaparición de Gustavo; pero lo que puso ahí me llevó por fin a escribir lo que necesitaba decir sobre Gustavo y que había sido pospuesto en varias oportunidades: escribir solo para contar las cosas que pasaron al margen de la historia.
El 10 de noviembre de 1990 desapareció Gustavo Garzón Guzmán. Han pasado 28 años y nadie sabe nada, y parece ser que ya nadie recuerda nada, ni algunos de los amigos de la época, quizá ahora empeñados en otras tareas menos utópicas, alejadas ya de las que se asumieron en los años 80 o quizá ocupados en una utopía de bambalinas, de espectáculos, de corifeos que aún defienden al Dionisio de la década pasada, o al parlanchín actual.
Las tumbas son la constancia del olvido, lo he dicho varias veces; se las va abandonando despacio, pero ese tiempo de abandono sirve para sanar. El dolor de no tener ni siquiera una tumba es un dolor que no lo podemos nombrar. La muerte tiene nombre y descanso, la desaparición no tiene ni lo uno, ni lo otro.
Recordar lo que no se fue, y aún sin irse ya no está, y sin estar se ha ido quedando en algunos rincones de quienes aún lo esperan; quizá esas ambivalencias son las que pretendo estructurar en esta crónica, a sabiendas que aún se agrupan quienes todavía sueñan, quienes abren los brazos para abarcar los horizontes, porque aún hay tiempo para seguir soñando, aún hay tiempo para creer en las utopías que nos inundaron en los 80 y aún antes de eso.


Obra "Estados del tiempo", fragmentos de la literatura del escritor Gustavo Garzón, se expuso en la Fiesta de la Luz, 2018. Plaza de la Conceptas. Autor: Gary Vera.
El Gustavo
Una noche llegó el compañero músico, el Gaybor, un trabajador de “Ecuatoriana”, la compañía aérea de bandera nacional, pero que había caído desubicado, igual que yo, en la Facultad de Administración de la Universidad Católica de Quito. Esa noche traía a alguien, un escritor dijo, era algo bajo y sin ninguna pinta de intelectual, o al menos sin ninguna de esas pintas que se traían los intelectuales en esa universidad y que incluso ahora generan moda y estéticas burlescas.
En la Católica habíamos iniciado un taller de literatura bajo la dirección de Julio Pazos y se aproximaba un encuentro nacional de jóvenes escritores a realizarse en Guayaquil.  Supuestamente yo era un joven escritor y, además, tallerista: una etiqueta que servía para hacernos buena propaganda.
Esa noche la discusión fue agria, insoportable; el recién llegado desbarataba cada argumentación que yo esbozaba sobre el rol del escritor, cuya única responsabilidad era el escribir bien, y cuya única solidaridad era la que su propio espíritu lo dictaba. Aunque me definía como marxista, había asimilado muy bien a Octavio Paz y su tesis del “solitario solidario”; esta era la primera vez que esa tesis me la destrozaban, algo que ni siquiera lo habían logrado al interior de la juventud comunista, en donde se insistía que el arte debe estar al servicio de la revolución, pregonar el socialismo real, algo que nos llevó a pensar que lo único que se podía producir culturalmente eran panfletos, ya sea en las letras, en la plástica, en el teatro o en la música. Incluso ahora esos panfletos son usados en las nuevas modas revolucionarias.
Así conocí a Gustavo y en seguida lo tildé de anarco, porque así se debía tildar a los que no estaban en la juventud comunista,en la juventud revolucionaria o en cualquiera de esas juventudes organizadas, disciplinadas y dispuestas a obedecer las directrices del partido, que no eran otra cosa que los deseos de los anquilosados burós políticos y de los compañeros secretarios.
Esa noche también tuve un nuevo aprendizaje. Gustavo habló de la existencia de otros talleres literarios. El que se había organizado en La Católica era una copia de lo que ya se estaba viviendo en el mundo literario nacional. Él era parte de la “Mosca Zumba”, nombre que lo oía por primera vez, al igual que el de la Pequeña Lulupa, la Pedrada Zurda o los Matapijos. Esa noche quedé con la impresión de que la vida se me estaba pasando por un costado o por las calles que se extendían fuera de La Católica.
Lo volvía a ver en Guayaquil, ya en el encuentro de escritores jóvenes, en los que Gustavo defendió el rol del escritor, la necesidad de confrontar su trabajo en grupo, alejándose de la egomanía que suele producir la soledad (parecía que el tipo quería seguir golpeando); pero sobre todo defendió su rol social, su participación, tanto en una crítica constante de la sociedad, como en la construcción de una nueva sociedad. La Mosca Zumba se definía como un colectivo de creación literaria y de crítica social.
Me arrimé, y esa es la palabra adecuada, me arrimé a la Pequeña Lulupa, porque lo veía como un grupo esencialmente creativo, al contrario de MatapiOjO, al que lo veía como el brazo literario del Movimiento Popular Democrático; pero la posición crítica de la Mosca Zumba me seguía, digamos, zumbando; por ello empecé a visitar a Gustavo en su caseta de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE), pues en verdad Gustavo trabajaba en una caseta, en el costado izquierdo de la casa antigua; una caseta que fungía de almacén y en el que, supuestamente, se exhibía lo mejor de la intelectualidad ecuatoriana, publicada por la CCE. Gustavo fue a parar allí luego de ser despedido de su puesto de técnico en aviónica, en la misma empresa área de bandera nacional en la que trabajaba el Gaybor. Su despido fue debido a uno de sus cuentos en donde ironizaba la carrera militar.


Fragmento del cuento "Aljito AAAR" de Gustavo Garzón.

Las conversaciones en la caseta se tornaron interminables, se prolongaron en la noche; a veces se sumaron los matapiojos o los lulupas; culminaban al amanecer y nos disgregábamos para volver a lo mismo en la tarde siguiente. Otras veces las noches se las completaba en mi casa, con el Gaybor y su guitarra; a veces un aparato nuevo, made in usa y traído en el último vuelo, reemplazaba a la guitarra. Lo que no podía faltar en esas noches fue el eterno duelo entre Charly García, con sus dinosaurios, y Pink Floy con “The Wall”. La lucha por ser auténticamente latinoamericano chocaba con muestra aceptación de que la dura sicodelia de Roger Waters también era parte de nuestro fetiche revolucionario.         
La lluvia y el gato del terremoto
Cuando se desploma el cielo en Quito es cosa seria; caen torrentes de agua y se forman verdaderas cascadas bajo los tejados de las casas. Cuando hay granizo es más serio el asunto y se paralizan hasta los amantes. Pero para Gustavo la lluvia era un alivio y el granizo solo un montón de dulces.
Las noches de lluvia eran propicias para recorrer las cantinas, improvisadas en las casas o en las oficinas de los nuevos, o de los seudo, escritores; daba igual, con tal de que haya algo para tomar y tiempo para hablar. Borrachos más de palabras que de alcohol regresábamos a casa bañándonos en cada caída de agua, lavándonos el alma o quitándonos los pecados, mojándonos de antemano por las dudas de que con tanta agua desperdiciada a la mañana siguiente no caiga por la ducha; algo muy común por aquellos días.
Desde el Ejido a la Mañosca, por la América o por la Diez daba igual, el agua caía y saltábamos en los charcos o abríamos la boca para que los torrentes de los tejados nos quiten la borrachera. Noches de aprendices de bohemios, de supuestos jóvenes escritores que nos enfrentábamos a lo establecido, sin saber que solo era una ruleta de rupturas y acomodos futuros. Todos fuimos amantes de las rupturas y ahora solo somos piezas de lo establecido y estamos a la espera de nuevos amantes de las mismas rupturas para darles con la puerta en las narices.
Habíamos desarrollado un olfato que nos ayudaba a determinar con precisión donde sería la reunión de cada noche, donde estaría el debate más acalorado o el encuentro para hacer una revolución de copas. El Gaybor acompañaba con sus sueños de músico y sus necesidades terrenales, las que finalmente triunfaron y lo alejaron de las tertulias; pero por esos días acompañaba para leer los poemas o para enredarse en los cuentos. Se necesitaba tener alma de masoquista para leer un cuento o un poema, en aquellos grupos que formamos bajo la etiqueta de “talleres”; no quedaba palabra sobre palabra luego de la destrucción colectiva; pero así se aprendió, y una vez aprendida la lección venía el bálsamo, que quizá era lo más esperado y, copa en mano, brindábamos por lo que sea, hasta por los terremotos, como en la noche del jueves 5 de marzo de 1987.
Esa noche fue igual a todas las noches, solo que en medio de la discusión empezaron a moverse las botellas. ¿Temblor? Sí, temblor. Ya no solo se movían las botellas, sino que empezaron a bailar las mesas. ¿Terremoto? No, solo temblor. Entonces “salud por el terremoto”. Eran casi las nueve de la noche; el de las once, el más fuerte, ya no se lo sintió.
En la madrugada caminamos hasta llegar al mini departamento donde Gustavo vivía: los libros y el anaquel que los contenía estaban en el suelo. “Es un gato que se entra por la ventana”, dijo Gustavo, tomamos algo más y se fue a dormir. Me enrumbé a mi casa, a pocas cuadras de donde vivía Gustavo. Me sorprendió ver a los vecinos en la calle, pero no estaba en condiciones de conversar o preguntar a qué se debe la vigilia; entré y dormí por más de doce horas. Mi costumbre de fin de semana era esa: invernar después de cada buena borrachera. A los dos días me enteré de los sismos que sacudieron el país y rompió el oleoducto en la Amazonía, lo que dio el pretexto perfecto a León Febres Cordero para tomar fuertes medidas económicas, como la suspensión del pago de la deuda externa, el alza del precio de los combustibles y un plan de austeridad que golpeó a la población más pobre. Todo sea por el terremoto.
Militancia en la isla de paz
La Mosca Zumba golpeaba con todo; no había escritor o proceso cultural que se salve en su revista y lo mismo pasaba en nuestra conversada bohemia con Gustavo. Patrick Süskind, con su novela “El perfume" publicada en 1985 y catalogada como novela del año, fue a parar al tacho de basura. Es un escritor fácil, afirmaba, pues mata a sus personajes cuando ya no le sirven y así se ahorra el tener que resolver una trama. Yo trataba de salvar al menos a “El contrabajo”, novela corta de este mismo autor, debido a la agonía y frustración del músico de sinfónica que develaba el caótico mundo del espectáculo y su contraste solitario en una habitación como la mía; pero no había forma. Gustavo se adelantó en su crítica a lo que son ahora los best sellers: un conjunto de aventuras que, como en un tren, los vagones caminan porque solo tienen que caminar.
Poco a poco nuestros debates fueron cambiando de dirección, empezaban en la literatura y culminaban en la política, en una agria crítica a los partidos de izquierda. Por entonces vivíamos el fraccionamiento del Partido Comunista y en la Universidad Católica esa incisión también tuvo repercusiones. Los catalogados como del “FADI duro”, brazo político del Partido Comunista Ecuatoriano, prácticamente fuimos proscritos de la federación de estudiantes; en tanto los otros crearon LN (Liberación Nacional) y asumieron el control de todo. Esto a la larga devino en un reposicionamiento de la derecha en la universidad y la pérdida de la capacidad de movilización que se había conseguido, a pesar de la represión de Febres Cordero.
La ruptura de alianzas y el develar intereses personales en la izquierda, junto al análisis de la historia nacional convenció a Gustavo por optar por la insurrección. “Ecuador nunca ha sido una isla de paz”, decía al hacer un recuento de los distintos movimientos subversivos que actuaron en el país en diversas ocasiones; se analizaba lo sucedido en el Toachi, las acciones en el Caso Briz, el nacimiento de los “Alfaro”. Entonces, ¿qué escribir? o mejor ¿para qué escribir? Si la isla de paz no existía, ¿dónde estaba nuestro tren de la historia? ¿A qué hora se nos pasó? Revolucionarios urbanos perdidos del tren en nuestro propio mundo y que nada sabíamos del otro mundo que se desangraba sin que la historia logre mancharse.
Nadie hablaba del asesinato de Lázaro Condo, en septiembre del 74; tampoco se hablaba con verdad de la masacre de Aztra en octubre del 77. Un sábado llegamos a Chunchi, preguntamos por Toctezinín, y caminamos en el páramo para encontrar una especie de cruz de piedra que indicaba el sitio donde murió Lázaro Condo. Brindamos por él, cantamos por él, gritamos por él en la soledad y el frío. Nos dormimos arrimados a la cruz hasta que alguien nos despertó y nos salvó de la hipotermia.
Para 1988 tuvimos nuestro primer joven literato muerto, Marco Núñez, cuyo cuerpo fue hallado en el rio Machángara. Marco era un poeta caótico - marginal con textos deslumbrantes que mostraban estados de revelamientos sobrenaturales, pero también lleno de textos grotescos con los que se enfrentaba al estatus quo y a nosotros como parte de ese estatus. “Ese no es un poeta”, sentenciaban los gurús de los talleristas. Por su marginalidad, su muerte no nos sorprendió y no se hizo nada para ayudar a esclarecerla.
Los literatos no estábamos para esos trotes, nunca entendimos que si hubiésemos actuado se habría podido develar a tiempo el sistema que se iba consolidando y que a la larga sería responsable de una larga lista de muertes y desapariciones como las Manuel Reinoso, Jaime Otavalo, Cesar Morocho, Manuel García, José Mosquera, Luís Valverde, entre otros que van apareciendo en los listados de nuevas investigaciones sobre esa época. Los jóvenes escritores actuamos como toda la sociedad; acurrucados en nuestras burbujas decidimos no hacer caso de esa guerra subterránea desatada en contra de quienes, a su modo, buscaban justicia y equidad. Asumimos la consigna de que si se metieron a eso, que se mueran por pendejos.
Nuestros encuentros se volvieron esporádicos. Mientras yo insistía en la bohemia y el marxismo, Gustavo profundizaba sus búsquedas. Para entonces Alfaro Vive Carajo ya era una catástrofe, muchos de sus líderes estaban muertos o desaparecidos; también habían tenido accidentes como la explosión de una bomba en manos de las compañeras alfaristas que ahora son políticas profesionales; así que contactó con una facción del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), que por ese entonces promulgaba tener la verdadera receta de la lucha armada, pero lo dejaron plantado en una banca de la plaza Indoamérica, en la Universidad Central; luego se vinculó con el MPL (Montoneras Patria Libre) debido a su convicción de que la lucha armada era una opción legítima durante el régimen represor de Febres Cordero y su lógica continuidad en el siguiente gobierno. Nunca supo del alto grado de infiltración y traición interna que tuvo ese grupo hasta cuando ya estuvo detenido.
Gustavo pasó a la clandestinidad. Por mi parte, una nueva detención preventiva y un par de incursiones al sitio donde vivía me hicieron comprender que debía salir de Quito; además ya las cosas de la bohemia se habían desbocado y era necesaria una huida.
Los monstruos del penal


Gustavo Garzón y Byron Rodríguez. Foto: archivo de la familia Garzón Guzmán.

Terminó el gobierno de León Febres Cordero y Rodrigo Borja ya llevaba un año de mandato. Yo regresé a Quito. Un día de visita en la Casa de la Cultura para ver “que hay”, encontré al Edwin Madrid, otro poeta en construcción y también trabajador de la CCE, todo agitado y de camino a una reunión: Me soltó la noticia de la detención de Gustavo y por eso el apuro.
La reunión no fue para rechazar la detención de Gustavo ni para planificar un apoyo para los días que dure su detención, pues al fin y al cabo fue funcionario de la CCE y era un escritor que ya despertaba interés. La reunión fue para blindarse, para averiguar quién más estaría involucrado en lo del Gustavo, para advertir que más vale el prestigio de la CCE que cualquier aventura revolucionaria.     
Era 1989, Gustavo Garzón Guzmán fue detenido el 7 de agosto. Se le acusó de tener armas y ser asaltante de bancos. Fue llevado al tristemente célebre Servicio de Investigación Criminal de Pichincha (SIC-P), donde fue torturado. Luego pasó al Centro de Detención Provisional de Pichincha (CDP), a un costado del Penal García Moreno, en San Roque.
Fui a verlo en el CDP y la primera vez lo encontré casi con todos los amigos de la Mosca Zumba. Parecía que no había cambiado nada, pero a las siguientes visitas los amigos iban disminuyendo y en las reuniones empecé a conocer a los monstruos que los medios de comunicación me habían construido desde adolescente; por ejemplo los del “Caso Briz”, empresario que fue secuestrado y asesinado en noviembre de 1977, en el marco de otro intento de consolidación de un grupo revolucionario. Entonces supe que los AVC no eran ninguna novedad.
Esos tales monstruos no parecían serlo, no gruñían ni tenían garras; eran hombres que debatían, que denunciaban las formas de opresión en la sociedad y en el mismo CDP. Quizá estuvieron equivocados alguna vez, pero los del Caso Briz, los AVC, los MPL y otros, en prisión eran hombres leales, y no dudaban en defender juntos a un compañero cuando era presa de las mafias de otro pabellón. “Si no se arregla esto, vamos a ir allá para vengarnos”, concluyeron una vez. Miré a Gustavo y dijo “Habrá que ir, aquí todos somos leales”.
¿Y cómo se mete el trago?, pregunté durante una visita, porque comprarlo adentro resultaba muy caro. Se me explicó que en un galón de jugo puesto en una poma plástica se debe meter el trago en una bolsa plástica, de tal manera que flote en mitad del jugo; así los guardias miran el jugo y dejan pasar.
Con una amiga hicimos la prueba. La botella de ron embasada en una funda plástica puesto en mitad de una poma de jugo era vista por todos lados, no había forma de que no se la descubriera; le pusimos hasta un globo inflado para ver si se mantiene flotando en el centro de la poma, pero ni así. Nos dimos por vencidos y fuimos de visita sin llevar nada. Ya donde Gustavo se nos hizo saber el ingrediente faltante. Pues sí, ese era el método, pero toda esa parafernalia era para que las otras visitas no lo vieran, pues el paso final era avisar al guardia y pagarle por dejar pasar. Con la nueva pista ya pudimos llevar Ron, pero no alcanzaba para tanta gente, así que no había forma de reproducir nuestras pasadas bohemias y luego de acabarse la funda de Ron más bien nos dedicábamos a la lectura del oráculo del Iching, un oráculo que siempre nos traía buenos augurios, no por adivinar el futuro, sino por presentar el futuro como un cambio permanente en el que nuestra acción era lo fundamental.
Así pasó un año. Martha Palacios, Rubén Darío Buitrón, Byron Rodríguez, Alfredo Pérez y otro compa de apellido Nuñez se mantuvieron visitándolo todo ese año. No sé si me olvido de alguno más, pero el resto de jóvenes escritores brillaron por su ausencia y de los viejos ni para qué hablar.
Una tarde, de nuevo visitando la CCE para conversar con el Madrid, encontré a Gustavo sentado a un costado de su antigua caseta. Fue increíble, Gustavo estaba libre, había salido de prisión el 7 de de septiembre y ya estábamos en 1990.
Yo estaba casado; con mi compañera lo habíamos visitado también en el CDP, así que se alegraría de verlo libre. Decidimos ir al sitio donde en ese entonces yo vivía, en el sur de Quito y recordamos todas las bohemias pasadas, bebimos a más no poder, contó de sus planes en La Católica, sacaría el doctorado de literatura; no estaba arrepentido del pasado, pero ya aceptaba que no era la vía para una revolución; hablamos de los traidores, que siempre los hubo en todo movimiento, desde el mismo caso Briz, y que siempre los habrá, como en lo del MPL. Ya en la noche llamó a su casa para avisar a su mamá, doña Clorinda Guzmán, y decirle que no se preocupe, que pasaría la noche en mi casa. Aseguró que no volvería a optar por la vía armada y que su único afán era escribir. Estaba consolidando un libro de cuentos.             
A la mañana siguiente nos despedimos con un par de cervezas y lo fui a dejar en la parada del bus en Barrionuevo. Fue la última vez que lo vi, pues dos meses después, el 9 de noviembre de 1990, desapareció.
Una búsqueda entre montañas de egos
La noticia no fue una bomba entre nuestros intelectuales; quizá también ya lo veían venir y no reaccionaron o no quisieron reaccionar. Algunos jóvenes quisimos formar un grupo de escritores solidarios con Gustavo y exigir respuestas al Estado, pero la experiencia fue realmente dolorosa. Si ya la detención de Gustavo los había asustado, su desaparición provocó paranoia y solo faltó que algunos vayan a meterse bajo la cama por miedo a la guerrilla que vendría junto a él para reclamarles el no haber hecho nada durante su detención.
Escribimos una carta para el ministro de Gobierno, el Patacón Verduga. Hicimos el texto con Edwin Madrid y Marco Antonio Rodríguez y empezamos a recoger firmas. Justo había un lanzamiento de un libro de Fernando Tinajero en la Universidad Católica. Era una magnífica oportunidad para llenar unas tantas hojas de firmas pues allí estarían todos los intelectuales de izquierda. En el panel de lanzamiento se hablaba de cómo se resistió al embate de León Febres Cordero y sobre la necesidad de una transformación social, incluso de una revolución, por el momento postergada. Nelson Reascos, profesor de Sociología en esa universidad, interrumpió la ceremonia para pedir las firmas. Con Edwin pasamos las hojas y casi todos firmaron. ¡Un éxito!
Luego fuimos al coctel y, entre vino y vino, los firmantes vinieron a tachar su firma. Unos aducían compromisos con el nuevo gobierno y que debían cuidar sus puestos, pedían comprensión; otros decían que no querían arriesgarse por alguien que probablemente está con la guerrilla de Colombia o había vuelto a la clandestinidad.  Las hojas quedaron con más tachones que firmas. Quizá ya vislumbraba la hipocresía de la intelectualidad de izquierda, pero que se llegase a ese punto me parecía absurdo.
En la carta no nos identificábamos con la revolución armada ni con nada parecido, solo se pedía que el gobierno de Rodrigo Borja investigue la desaparición de Gustavo y revea los aparatos de seguridad del Estado; una carta sumamente democrática, pero ni así. Terminado el evento, fuimos a casa de Nelson, en la Vicentina, a pasar el mal sabor que nos dejó esta reunión de intelectuales. A la madrugada, ya rumbo a mi casa, unos cuatro colombianos me abordaron para decir que Gustavo no estaba con ellos, que lo más seguro es que “se lo quebró el gobierno”. Les agradecí el haberme llevado a Barrionuevo y el evitarme la caminata desde la Vicentina.
Las hojas quedaron impresentables y cuando quisimos volver a tener las firmas solo quedó un puñado de gente que volvió a firmar; ni la novia que había sido quiso firmar porque argumentó que en la familia de Gustavo había policías. Evidentemente estaba asustada, pues había sido también interrogada.
Teatreros y gente vinculada a la danza fueron los que más firmaron; los escritores consagrados no asomaban por ningún lado. Podrán haber tenido una montaña de ego, y seguir teniéndolo, pero en esos momentos, únicamente gente como Marco Antonio Rodríguez, Euler Granda, Edwin Madrid, Fabián Guerrero, la gente de la Mosca Zumba, se metieron en ese grupo que exigía la aparición de Gustavo Garzón. Finalmente, un grupo de la Mosca, algunos otros talleristas, con Marco Antonio Rodríguez y Euler Granda a la cabeza, abordamos a Verduga en el Congreso Nacional, a donde había ido para explicar algunas cosas reservadas. Verduga solo sonrío y aseguró que estaba al tanto de lo sucedido y que se está investigando.
En las siguientes semanas, con Marco Antonio nos dimos a la tarea de visitar regularmente la morgue, por sí las dudas; pero nada de nada.
Mientras tanto, en otro espacio, Raúl Pérez Torres libraba otra batalla. No aparecía en ninguno de los eventos públicos en solidaridad con Gustavo Garzón, pero estaba tratando de convencer al Municipio de Quito el continuar con la segunda parte de un proyecto editorial en donde se incluiría la publicación de los cuentos de Gustavo.
La “Colección Evaristo” estaba en marcha. Se proponía publicar la obra generada por los talleristas y presentarla como la nueva literatura ecuatoriana. Habían salido ya los primeros seis volúmenes en la que se alternaron escritores jóvenes de Guayaquil y Quito. Era necesario que en el siguiente grupo a publicarse se incluyera a Gustavo Garzón y Raúl Pérez Torres se jugó por ello. Así salió a la luz, en diciembre de 1991, “Brutal como el rasgar de un fósforo”, que recoge los principales cuentos de Gustavo.
En este grupo se publicaron cinco obras: los cuentos de Gustavo, poemas de Edwin Madrid, bajo el nombre de “Enamorado de un fantasma”, ensayos de Eduardo Martínez bajo el título “Héroes Indígenas de América”; una compilación de cuentos de Marco Vinicio Poveda llamada “La dictadura del poetariado”, y mi primer poemario “Ecos en la Alcantarilla”. El haber publicado junto al libro de Gustavo nos dio una excelente publicidad en los medios de comunicación, pero nunca supe por qué la presentación se hizo en CIESPAL (Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina) y no en la Casa de la Cultura.
La publicación de las obras fue una cosa; la distribución sería otro calvario. Problemas en el Municipio de Quito impidieron una difusión eficaz y solo se entregaron unas pocas obras a los autores a modo de derechos de autor. Con los libros de Gustavo había que ingeniarse para fortalecer su imagen y dar a conocer en todo el país su obra y su desaparición. Solo alcanzamos a presentarlo en Guayaquil y Cuenca.
Los intelectuales y artistas de Guayaquil se entusiasmaron con la propuesta y ofrecieron la sede de la CCE para el evento. Fernando Artieda, Carlos Calderón Chico y Fernando Cazón Vera se comprometieron para la organización y nadie preguntó si Gustavo estaba con la guerrilla o si aún sigue en la clandestinidad. También se comprometieron en recabar firmas de solidaridad en Guayaquil y rescatar las firmas de algunos intelectuales quiteños. Así, el 2 de febrero de 1992, se publicó en Diario Expreso el primer manifiesto público de los intelectuales ecuatorianos en solidaridad con Gustavo, con firmas encabezadas por Carlos Julio Arosemena Monroy (expresidente del Ecuador), León Roldós Aguilera (ex vicepresidente del Ecuador), rectores y vicerrectores de universidades, decanos de facultades y, por supuesto, los escritores, pintores y otros artistas de Guayaquil.
 El 5 de febrero se presentó el libro de Gustavo, se acogió a doña Clorinda como una heroína y se alzó una sola voz para rechazar la desaparición de Gustavo y exigir al gobierno una investigación más eficaz. En Cuenca fue un fracaso; quizá la gente de allá tenía demasiado miedo.
El epílogo
Doña Clorinda se juntó a los plantones que hacía Pedro Restrepo por la desaparición de sus hijos, Santiago y Andrés. Poco a poco se fue juntando mucha gente; llegaban ahí personalidades de todas partes, incluso llegó el argentino Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz; pero no llegaron los escritores ni los intelectuales.
Me alejé del mundo de la CCE. Estaba decepcionado. Me alejé de la militancia política, también decepcionado. De vez en cuando acudía a los plantones de la Plaza Grande y un día volví a ver a Gina Benavides, a quien conocí en la Católica y vi a ver en la CEDHU (Comisión Ecuménica de Derechos Humanos), organización que se hizo cargo del caso de Gustavo.
Gina me propuso juntarme al proyecto que estaba formando: el INREDH (ahora Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos), con la convicción de que una nueva sociedad solo era posible luchando por los derechos humanos y que esta lucha constituía una utopía eterna. Han pasado 25 años desde esa invitación que me vinculó definitivamente a la lucha por los derechos humanos y de los pueblos.
El gobierno actual ha dicho que desea reparar la desaparición de Gustavo. Es justo que una calle quiteña lleve su nombre; es justo que se recopile su obra y se publique una antología; es justo que se reivindique su memoria; son justas muchas cosas, pero lo más justo, aunque suene redundante, es la justicia; que se lleve ante la justicia a los responsables de su desaparición y, sobre todo, que nos digan, que digan a su familia, a dónde se lo llevaron.

viernes, 28 de septiembre de 2018

La Igualdad, pasillo

La igualdad, autor desconocido, probablemente escrita y compuesta en la época de la revolución liberal, grabada hacia 1912-14 por la casa Encalada.

Primera canción protesta.

¡Yo quiero la igualdad¡ Ya que la suerte
es común en el punto de partida
Si todos somos iguales en la muerte,
que todos seamos iguales en la vida.

¿Quién más que otro cuando al negro abismo
oculta mano sin piedad nos lanza?
todos, ricos y pobres son lo mismo
y nos pesa la muerte en su balanza.

La igualdad de la raza es mi norma,
norma que a todos servirá mañana
La carne humana cambiará de forma,
pero en cualquiera forma es carne humana.

Núñez, Estudio introductorio en Jurado Noboa, Rincones que cantan, p.26





jueves, 13 de septiembre de 2018

La música en el Ecuador, Música Académica, Ministerio de Relaciones Exteriores



MÚSICA ACADÉMICA
INSTITUCIONES MUSICALES
COROS
DIRECTORES DE ORQUESTA
MUSICÓLOGOS E INVESTIGADORES
COMPOSITORES
[Garzón Guzmán Raúl Guillermo]
PIANISTAS
ÓRGANO
FLAUTISTAS
GUITARRISTAS
TROMPETA
CANTO
OBOE
DIRECTORES DE CORO
VIOLINISTAS
CLARINETISTAS
PERCUSIÓN
PEDAGOGOS
DIRECTORIO DE OTRAS INSTITUCIONES Y PERSONAS VINCULADAS A LA ACTIVIDAD MUSICAL ACADÉMICA

miércoles, 15 de agosto de 2018

Recordando a Raúl Garzón 2007-06-08 en La Hora

Héroes

JUN, 08, 2007 |
Marcharse del terruño duele. Las vivencias quedan lejanas, los sentimientos se comprimen y encallecen. Miles de ecuatorianos buscaron sus destinos fuera de la Patria. Temeraria decisión pero vital.

Resignarse a sobrevivir es la realidad de la mayoría; sin embargo, ir en pos del éxito es de pocos. Evoco la memoria de un compositor ecuatoriano,  Raúl Garzón Guzmán, que inspirado por el amor, cruzó el océano y al otro lado del mundo, en Shanghai, China,  alcanzó reconocimiento internacional, en el concurso “ Música Electrónica de Compositores Chinos y Extranjeros”, con su composición dedicada a “Las Madres de la Plaza Grande”, el 9 de mayo pasado. 

El irónico “Destino”, como dice Herodoto hablando de los héroes, es que poco después el compositor fallece. Sus cenizas retornarán estos días. Volverá  en espíritu con los acordes de su triunfo musical. Dejó una marca en sus alumnos chinos a los que brindó amor y conocimiento. Le despidieron  lágrimas sinceras, que deslizaron por los rostros jóvenes que lo apreciaron sinceramente.

Volver es el sueño de muchos emigrantes, pero retornar, dejando una indeleble marca en gentes tan lejanas, pero sensibles, es naturaleza de pocos. Conocí a Raúl pocos años atrás. Era maestro en  guitarra clásica y antes logró varios éxitos en Canadá y Ecuador. Su formación estaba reforzada por estudios de postgrado en Cuba y Buenos Aires. 

Su obra póstuma estuvo dedicada a su madre, quien encabezó manifestaciones de protesta en la Plaza Grande, cuando el secuestro y asesinato de su hermano, ocurrido en las oscuras noches de represión que vivió el país. 

Son historias de ecuatorianos que cansados de luchar la incoherencia de país, se fueron y siguen yendo. Habrá cientos de historias que contar; pero las más grandes son aquellas que corren tras la utopía, igual que el Quijote y hasta “un café para Platón”. Son los héroes no promocionados de la Historia actual.

enaranjo@petroecuador.com.ec

Enlace:

https://lahora.com.ec/noticia/579431/hc3a9roes

miércoles, 25 de julio de 2018

Exposición Colegio de Abogados 2018-07-07



Marcha por los desaparecidos 2018-07-21

Fuente: Desaparecidos en Ecuador

Reunión procuraduría 2018-07-23

Conferencia vía Skype con un funcionario de la CIDH

09:29

¿Cuál es el criterio de CIDH respecto al acuerdo que propone el estado a las víctimas?
¿Cuáles son los efectos de llegar a un acuerdo respecto a ir al juicio?

El informe emitido en enero por CIDH es un informe de transición
En adelante hay dos caminos:
Corte Interamericana
Publicación del Informe final (tercer informe)

¿El acuerdo es un reconocimiento de la culpabilidad del Estado?
Esto depende de los puntos del acuerdo. Las partes están en libertad de proponer las condiciones del acuerdo.
CIDH no interviene ni sugiere nada a favor o en contra de ninguna de las partes.
Los informes se publican en función del cumplimiento del Estado a los acuerdos a los que se llegue.

El acuerdo se puede revertir si no existe cumplimiento por parte de los participantes.

¿Cuáles son los tiempos en caso de que se llegue a juicio?
Depende de cada caso, el plazo más optimista es de 7 meses a un año.
Puede durar 4 años (lo que más se puede demorar)
De 1 a 4 años es el plazo en general de todos los procesos.

Asisten:
Funcionarios de la procuraduría
Funcionarios del Ministerio de Justicia
Dr. Duque, CIDH
Cristian González, Funcionario de CIDH
Rodrigo Garzón




jueves, 12 de julio de 2018

La Peña Jatari Tambo

La primera peña de Nueva canción en Quito se llamó Jatari Tambo y estaba ubicada en la calle Ríos, en el sector de La Alameda. En sus años de actividad, fue un espacio importante para la difusión del trabajo de grupos y cantautores, un lugar de encuentro de músicos, estudiantes e intelectuales de izquierda. Por sus tablas pasaron grupos como Inti illimani, Quilapayún, Ernesto Cavour, Savia Nueva, Pumapungo, Enrique Males, Kaya Puca, Yerbales, Ilumán. La peña se cerró en 1984.

Peralta, Nueva Canción crónica de las luchas del movimiento social ecuatoriano, UASB, Quito, 2003.p.70

lunes, 9 de julio de 2018

Reunión Procuraduría 2018-07-05

Asuntos:
Informe de la Comisión
Informe presentado al pleno del Consejo de la Judicatura

Razones para acuerdo:
Que no haya litigios innecesarios
Posibilidad de que haya cumplimiento del acuerdo
El informe llegó hace un año
Se busca cumplimiento de los informes
Informe de la Comisión de la verdad

2 meses atrás se acordó esta reunión
Explicación de los plazos impuestos
Esfuerzo de cumplimiento de los aspectos del informe
No litigar por litigar para no dilatar la reparación.

Coordinación
Fiscalía, Comisión de la Verdad, Ministerio de Justicia

Avances en Fiscalía en construir las hipótesis
Oficios, pericias que tengan un objetivo.

Como parte del acuerdo se sugiere:
Publicar un libro a través del Plan Nacional de Lectura
Una obra puesta a disposición del Consejo Editorial
200 a 500 ejemplares

Reconstrucción de la memoria
Proyecto del Municipio de Quito para nombrar una calle

Talleres literarios, reinstitucionalizar los talleres
Acto de disculpas públicas
Reconocimiento como madre coraje del Ecuador a Clorinda Guzmán

Atención sicológica

Una placa en el Colegio Montúfar o en la UCE
Hacer del caso un icono y tema importante.
Judicializar el caso como lo indica la Comisión de la Verdad

Continuar en el programa de desaparecidos del Ministerio del Interior
Indican proponer el monto de la reparación material.

10 días de plazo, 26 de julio se informa de las medidas emprendidas. 

Tiempos:
Ir a la Corte demorará 1 año + 1 año fase escrita en Corte
2020 fase audiencia oral corte
1 año para que se cumpla la sentencia, queda para supervisión de la Corte.

Cambio de funcionarios
Reconocimiento de derechos (Gobierno)
Mecanismo de seguimiento de informes
Mecanismo de seguimiento de sentencia

Casos del Ecuador CIDH
Caso Daniel Tibi
Caso Hugo Quintana y otros
Caso Benavides
Caso Cornejo
Caso Benavides
Caso Zambrano Vélez contra otros, 2007
Caso Hermanos Restrepo

Asisten:
Funcionarios de la Procuraduría
Funcionarios del Ministerio de Justicia
Dr. César Duque, CIDH
Familiares Caso Gustavo Garzón

Asamblea de CEDHU 2018-06-16

Orden del día
Inscripción
Bienvenida
Informe de actividades
Informe Comité directivo
Informe Económico
Receso
Debate y compromiso
Elección del Comité Directivo
Clausura


Graciela Montes Escritora Argentina

https://es.wikipedia.org/wiki/Graciela_Montes

miércoles, 30 de mayo de 2018

Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador CONAIE

Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador CONAIE
Proceso organizativo 1990

Sobre la existencia del SIC-10


https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/actualidad/1/sic-10-seria-la-unidad-que-desaparecio-a-los-hermanos-restrepo

https://lahora.com.ec/noticia/1101517125/fiscalc3ada-sic-10-sc3ad-existic3b3-como-una-estructura-clandestina-policial-

http://www.ecuadorinmediato.com/index.php?module=Noticias&func=news_user_view&id=198384

https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/judicial/1/fiscalia-confirma-existencia-de-la-policia-clandestina-sic-10

Desaparición forzada de literato 2011-04-14 en Blog Comunidad Real

DESAPARICIÓN FORZADA DE LITERATO



A partir de 1983, año en que hace su aparición Alfaro Vive Carajo como organización política que impulsaba acciones armadas para la consecución de sus fines de cambio social, en Ecuador se establecieron políticas de Estado orientadas a reprimir la organización y protestas sociales y otras manifestaciones contrarias al gobierno, aún las provenientes de medios y periodistas independientes o aquellas surgidas de otros opositores políticos.
En el marco de la Ley de Seguridad Nacional se produjo la creación de estructuras de represión con ayuda internacional y los servicios de inteligencia apuntaron a establecer posibles vinculaciones de los opositores políticos con la acción de grupos subversivos y de aplicar, para estos casos, medidas extremas, situación que continuó hasta fines de la década.
Se registraron hechos como el asesinato de dirigentes y militantes de organizaciones sindicales, campesinas y políticas y varias desapariciones forzadas como las de Jaime Otavalo, Manuel García, José Mosquera, Cesar Morocho, Manuel Reinoso, Luís Valverde, entre otras personas, resaltando el evidente poder de la institución policial, amparada en su fuero especial.
Gustavo Garzón Guzmán fue detenido en la ciudad de Quito el 7 de agosto de 1989, por encontrarse armas en el vehículo en el cual viajaba junto con Marcos Lenin Checa Artos. Conducido al Servicio de Investigación Criminal de Pichincha (SIC-P) fue torturado y mientras permaneció detenido afrontó varios juicios en su contra por presunta participación en el asalto a una entidad bancaria en la ciudad de Pimampiro, provincia de Imbabura, causa en la que fue absuelto y en la que al ser remitida al juzgado décimo de lo Penal de Pichincha para que se continúe el trámite por tenencia ilegal de armas, fue sobreseído. Su liberación se dio el 7 de septiembre de 1990.

El 9 de noviembre de 1990 en horas de la tarde, Gustavo Garzón Guzmán salió de su domicilio ubicado en la ciudad de Quito en el sector de San Juan, hacia la Editorial “El Conejo” a cobrar un cheque por la publicación de una obra literaria. A las 17:30 se encontró con Miriam Liliana Vásconez Vaca en la cafetería Stop ubicada en la avenida Amazonas y Moreno Bellido y juntos se dirigieron al Centro de Exposiciones Quito, en donde Francisco Antonio Moreno los recogió como una hora más tarde para ir a la Cámara de la Construcción a recoger, a su vez, a Alfredo Pérez.
El grupo se dirigió entonces al Bar Tropical ubicado en el sur de la ciudad, en las calles Quijano y Maldonado, donde se sirvieron algunos tragos y luego, cerca de las 22:00, salieron con dirección a la discoteca Son Candela situada en la calle Carrión y Reina Victoria encontrándose allí con Raúl Roberto Ricaurte Rodríguez.
A la 1:00 se retiraron Francisco Moreno y Miriam Liliana Vásconez, dejando a Gustavo Garzón “en perfecto estado físico y mental, sobrio y muy tranquilo”.
Gustavo Garzón Guzmán desapareció en la madrugada del 10 de noviembre de 1990, después de la reunión con sus amigos no llegó a su domicilio, por lo que su familia lo buscó en “hospitales, clínicas e inclusive la morgue sin obtener resultado”.
El 14 de noviembre de 1990, se realizó la primera publicación de prensa acerca de la desaparición de Gustavo Garzón y el 15 de noviembre, aparece una noticia refiriéndose tanto de la desaparición de Gustavo Garzón Guzmán como de dos personas más vinculadas a movimientos sociales: Hugo Leonardo Villegas y Lino Peña.
El 16 de noviembre de 1990, Fabiola Lema Ramírez realizó una denuncia ante la Policía Nacional en torno a la desaparición del literato Gustavo Garzón Guzmán y el mismo día la Comandancia General de Policía envía un telegrama8, a las respectivas unidades disponiendo la búsqueda de Gustavo Garzón Guzmán.
El 29 de noviembre de 1990, Clorinda Guzmán de Garzón madre de Gustavo Garzón presentó una denuncia ante el Tribunal de Garantías Constitucionales por su presunción de la desaparición de su hijo: “se debe a motivaciones claramente políticas que violan disposiciones legales, constitucionales relacionadas con la libertad, la seguridad, el libre pensamiento, el derecho a la integridad y a la vida”. Sin embargo, el Tribunal me diante Resolución Nº 042-96-CP se inhibe de avocar conocimiento por falta de competencia en razón de la materia y ordena el archivo del expediente.
El 3 de diciembre de 1990 Liliana Vásconez Vaca, fue llamada a declarar en el Departamento de Homicidios del Servicio de Investigación Criminal de Pichincha y refiere que “al receptar mis declaraciones y formular las preguntas correspondientes por parte de los varios agentes que estuvieron presentes, fui tildada de miembro activo del grupo Montoneras Patria Libre tratando, además, de relacionarme afectivamente con el desaparecido y también amenazándome que mediante procedimientos coercitivos, se me haría declarar, lo que a ellos les de la gana”. Su cédula de identidad le fue confiscada hasta el 4 de diciembre de 1990.
El 4 de diciembre de 1990 Fabiola Lema Ramírez compañera de trabajo de Gustavo Garzón, rindió una declaración en el SICP manifestando que ella se entrevistó con el coronel Jaime Hidalgo Amores, jefe de esta dependencia, para lograr el apoyo policial en la búsqueda del desaparecido.
El 12 de diciembre de 1990 la presidenta de la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos (CEDHU), envió una carta a la oficina de las Naciones Unidas en Ginebra por la desaparición de Gustavo Garzón Guzmán manifestando que “los familiares presumen que pudieron haber actuado fuerzas de seguridad.
Esta inquietud se basa en el antecedente de una detención”, la misma que se produjo el 7 de agosto de 1989, en Quito, por parte de miembros de Inteligencia Militar al encontrar armas en el interior del vehículo en el que circulaba con Marcos Lenin Checa Artos y en el Servicio de Investigación Criminal Pichincha, durante cinco días, fue sometido a torturas e interrogatorios.
El 20 de agosto de 1991, el diario La Hora publicó un resumen de la entrevista realizada por los medios de comunicación al ministro César Verduga, quien al referirse a Gustavo Garzón aseveró que: “sobre este caso se han dicho infinidad de rumores. No podemos decir nada hasta tener una prueba precisa sobre lo que pasó”.
El 11 de enero de 1993 se publicó una nota de prensa: “Escritor Garzón llevado a Colombia” pero la Oficina de Migración no registra ninguna salida del país. Luego, en noviembre de 1996, apareció una información que señalaba como responsables de la desaparición a la Inteligencia colombiana y, según ésta, la Policía de ese país debió contar con algún aval para actuar en el país. Otra versión manifestaba que Gustavo Garzón aceptó ser informante de la Policía, que luego se arrepintió y por eso fue eliminado”.
Posteriormente, en abril de 2003, otra publicación de prensa afirmaba “Un ex oficial de inteligencia del ejército, quien asegura que el general Edgar Vaca conoce dónde están los restos del escritor Gustavo Garzón” y en otra noticia de junio del 2003, se indicó: “Un miembro de inteligencia reveló a este diario que el general Edgar Vaca conocía exactamente donde se encuentran los restos del escritor Gustavo Garzón”, y al día siguiente se publicó “Un oficial de inteligencia militar dio una pista que detrás de la desaparición del escritor estuvieron las fuerzas de seguridad del Estado”.
La madre de Gustavo Garzón remitió múltiples comunicados a diferentes autoridades en distintos gobiernos nacionales, como también a organizaciones internacionales, entre las que se encuentra el Grupo de Desapariciones Forzadas de Naciones Unidas y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Fuente:

martes, 29 de mayo de 2018

Reunión en la Fiscalía 2018-05-29

Asisten:
Directora de Derechos Humanos, Fiscalía
Fiscal del Caso (2 asistentes)

Procuraduría (2personas)

Asunto:

Avance de la investigación
Revisión del expediente

jueves, 24 de mayo de 2018

Inauguración Exposición Colegio de Abogados de Pichincha 2018-05-23

Exposición de los casos de desaparición pendientes en Ecuador


El Colegio de abogados Centro de Arte, cultura y Memoria, tiene el honor de invitar a usted a la muestra fotográfica, documental y de objetos que busca mantener viva la memoria de los desaparecidos en el Ecuador

Colegio de Abogados de Pichincha
Dirección: 6 de Diciembre y Piedrahita
del 23 de mayo al 20 de julio de 2018


Reunión Defensoría del Pueblo 2018-05-23

Interviene Desaparecidos en Ecuador (Desendor)
Interviente un familiar independiente, desaparición

Interviene la Dra. Gina Benavides, Defensora del Pueblo (E)
Con las líneas de acción de la Defensoría

Interviene familiar muerte violenta
Interviene Funcionario Defensoría sobre vigilancia y seguimiento a procesos de Fiscalía
Interviene familiar muerte violenta Daniel Chambers

Interviene Telmo Pacheco, presidente ASFADEC

Propuesta de protocolo de la Defensoría
Interviene otro caso de muerte violenta

Entrega Oficio:
2018-05-24 Gina Benavides Defensoría del Pueblo




Matilde Hidalgo Navarro

Matilde Hidalgo Navarro (Loja, Ecuador, 25 de septiembre de 1889 - Guayaquil, 20 de febrero de 1974) fue una médica y feminista ecuatoriana.1​ Es recordada por ser la primera mujer ecuatoriana en obtener un doctorado en Medicina, la primera mujer en votar en una elección democrática en América del Sur y la primera mujer en ocupar cargos de elección popular en su país.

Juan Aurelio Pontón

martes, 22 de mayo de 2018

Juana Azurduy por Mercedes Sosa

Juana Azurduy por Mercedes Sosa

Flor del alto Perú
No hay otro capitán
Mas valiente que tú

Oigo tu voz
Mas allá de Jujuy
Y tu galope audaz
Doña Juana Azurduy

Me enamora la patria en agraz
Desvelada recorro su faz
El español no pasará
Con mujeres tendrá que pelear

Juana Azurduy
Flor del alto Perú
No hay otro capitán
Mas valiente que tú

Truena el cañón
Préstame tu fusil
Que la revolución
Viene oliendo a jazmín
Tierra del sol
En el alto Perú
El eco nombra aún
A Tupac Amaru

Tierra en armas que se hace mujer
Amazona de la libertad
Quiero formar en tu escuadrón
Y al clarin de tu voz acatar

Truena el cañón
Prestame tu fusil
Que la revolución
Viene oliendo a jazmin

domingo, 6 de mayo de 2018

Cronología Raúl Garzón

Raúl Guillermo Garzón Guzmán

Fecha de nacimiento: 27 de noviembre de 1963
Lugar de nacimiento: Quito
Estudia la primaria en la Escuela Simón Bolívar: Desde 1969-1975
Secundaria: Colegio Nacional Experimental Juan Montalvo: 1976-1982
Superior:
Universidad Central del Ecuador, Facultad de medicina: 1982-1983
Conservatorio Nacional de Música: 1983-1987
Clases particulares con el maestro Emilio Lara: 1987
Grupo Inti Shungo
Grupo Yerbales, con Jaime Protugal, Ernesto Mora,
Grupo Quimera, con Patricia Ramiex,

Orquesta de Instrumentos Andinos: 1990
Departamento de Desarrollo y Difusión Musical
Primera Bienal de Música Ecuatoriana, organizada por la Fundación Guayasamín, mención de honor, 1998, [obra: Capullo, Pasillo?]
Guitarrista del Grupo Quimera
Director del Departamento de Desarrollo y Difusión Musical del Centro Cultural Mama Cuchara
Segundo Premio en el Consurso de Composición de Música de Cámara organizado por el Conservatorio de Música de Ontario (Canadá)
Coordinador del Centro Cultural Mama Cuchara de Quito, c.2000
Conservatorio Franz Listz, c.2000
Orquesta Sinfónica Nacional, c.2003
Viaja a una beca de composición en la ciudad de Shangai, China en 2003.
Conservatorio de Música de Shangai, composición musical, 2005.
Festival Internacional de Composición, 10 de mayo de 2007, Shangai [único latinoamericano seleccionado]
Fallece en Shangai, China, 2007, a la edad de 44 años

Realizó otros viajes a:
Canadá
Cuba
Argentina
Brasil

Obras:
Con la piel de amianto frente a la vida (3 guitarras)
Con la piel de amianto por Mediafire
Homenaje a las Madres de la Plaza Grande, (electroacústica)
Homenaje a Gustavo Garzón (Orquesta de instrumentos andinos)
[Misa ecuatoriana]
[Otra obra para Gustavo Garzón]
Desgarro, Sanjuanito
Insomnio, Pasillo, 1991
San Juan, Suanjuanito, 1991
Que siga la farra (Arreglos), 1991
Yerbales, Quito, 1993 (Banda Sinfónica)
Yerbales en mediafire
Yerbales en audiomack
Capullo, Pasillo, [1998?]
Capullo en Audiomack
Sinfonía Programática "Rayuela" (orquesta sinfónica), I. Glíglico, II. Del lado de allá, III. Juegos de la Ilusión, IV. De la tierra al cielo
http://www.mediafire.com/file/q0ribyb35nh4yea/20151114_OSL_Vela.PDF/file

Sinfonía No.1, movimientos I y II, Shangai 2005, [Rayuela?]
Miniaturas para piano
Sirenas (electroacústica)
Homenaje (violín y guitarra)
Pequeña fuga y sanjuanito
Suite ecuatoriana (Flauta y guitarra)

Artículos:
Garzón Raúl, Acercamiento a la Chirimía, en: Sarance, Instituto Otavaleño de Antropología,
http://repositorio.flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/10154/1/REXTN-SA20-06-Garzon.pdf

Garzón Raúl, Producción de sonido, en: Memorias, Proyecto multinacional de artes Promuart, Instrumentos musicales andinos, Seminario taller de capacitación en la construcción de Instrumentos Musicales Andinos, 1992, no.2, año 2, pp.8,9

Intérprete:
Vinicio Gallardo, Luis Ramiex, Raúl Garzón, Trío
Partita en A.M. Johan Christian Faber
Trío en CM, Antonio Vivaldi
Allegro
Confesión, Enrique Espín
Sanjuanito de San Juan, Terry Pazmiño
Ángel de Luz, B. Dávalos
Mi chagrita caprichosa, Benjamín Aguilera
Ya es bastante, Alfredo Zitarrosa

Fugueta Cubana, Frank Emilio Flynn

Raúl Garzón
Pasillo de la Suite Ecuatoriana, Juan Mullo
Tango, Astor Piazolla