Serie GUSTAVO GARZÓN: ENSAYOS 1
DE LA PÁJARA Y EL SEÑOR...
Comentario de Gustavo Garzón Guzmán en Más allá de la Transparencia, ensayos de vida, libro póstumo K-Oz/CCE, 2010
Cuando me prestaron la novela (es que yo de donde me voy a sacar los 550 que cuesta), no pensé que me iba a resultar tan complicada. En la primera lectura, francamente, entendí muy poco. Supongo que merece confundir por ese ir y venir de lenguajes que me obligaban constantemente a dar marcha atrás para saber de qué mismo se trataba el párrafo que estaba leyendo. A veces hasta creí que me había cambiado de novela, pero no, porque volvía a aparecer Daniel Martínez, volvía a estar presente su memoria el pájaro recorriendo la historia de nuestro país, fabulándola, desmitificándola, mostrándole los hombres que lo han hecho con lo han deshecho.
Fue una de llegar a la última página, un alivio que me duró muy poco ya que se termina en: "... no resistir ya a nin-". Quedé un poco asombrado aunque enseguida comprendí que había que regresar al principio: ahí continuaba la frase: "guna ofensa..." o sea que era menester hacer caso a la declaración de la contratapa: "la estructura circular de esta novela (el lector puede empezar a leerla desde cualquier renglón, desde cualquier página hasta cerrar el círculo)...".
Y yo, que no es que sea muy amante de las obligaciones; sin embargo, me sentí obligado a comenzar de nuevo.
En la segunda lectura se repitieron las necesidades de dar marcha atrás, luego continuar, de retro, adelante. Me empezaron a cruzar ideas. ¿Para que tanto embrollo? A lo mejor se me quería hacer notar que la literatura exige también esfuerzos del lector, contribución de mi parte, pero no creo que ese esfuerzo se reduzca a tener que gastar mis dedos y mi saliva en tanto: babea apurar el índice, como esquina inferior derecha de página 214 con dedos previamente babeados, pasa a la 213, babea dedos, pasa a la 214, babea a la 213, p 214 más daba, por fin 215 y tanto pasa y pasa no le había servido de nada a mi cerebro porque, en definitiva, seguía leyendo lo mismo, no encontraba nuevos sentidos. Éste entrelazar de palabras, de lenguajes diferentes (como ya en la segunda lectura o tercera o cuarta) sólo me condujo a una conclusión: el tratamiento del lenguaje es excesivo. Además, ahora sí ya me di cuenta de algunas fallas de impresión (comenzando por el Print in Ecuador de los créditos) eran sólo eso y no otra forma de hacerme dejar de ser “lector pasivo”.
Así sigue a la tercera lectura (esta vez ya no por obligación sino por saber qué mismo sucedía en la novela) y supe a carta cabal que el pobre Daniel Martínez había sido condenado por Orofrisia a no poder olvidar, al tener una memoria perenne que partiendo de la época colonial, recorrería toda nuestra historia hasta terminar camino a un cementerio en el balde de una camioneta, esto en años recientes...
Para mi sorpresa, los hechos relatados no tenían nada de circulares, la novedad no es circular, a pesar de un tanto snob declaración de la contratapa, porque los sucesos se encadenan unos a otros en una relación directa de causa -efecto y están cronológicamente ordenados. Esto a nivel formal. A nivel de significación, bueno hay novelas circulares como "62 Modelo para armar" de Cortázar o "entre Marx y una mujer desnuda" de Adoum, en las que el sentido en el que circula, el que se “espiralisa” a cada puerta. Por el contrario, "Pájara la memoria", es cerrada, se completa al llegar al último párrafo y no hasta que la última línea se corte para decir que es un texto circular porque, en último caso, hagamos el libro en formato redondo, en lugar del rectángulo tan conocido, y ya tendríamos una perfecta “novela circular”....
Me felicité de haber leído el libro por tres ocasiones ya que, sobre todo en la tercera, encontré algunas cositas que molestaN, peor al tratarse de un autor de " reconocido prestigio". Para nuestra descarga lo siguiente:
La aparición del personaje Lucho no es más que un recurso maniqueísta para justificar la caída de Daniel Martínez hasta la zona lumpen de la sociedad. Aunque, haciendo un poco de esfuerzo estomacal, este episodio puede ser digerible, no sucede lo mismo con lo del jardinero Jean Eanueil, quien el golpe asoma en una página, se pasea un tanto y luego desaparece sin dejar el menor rastro, sin contribuir en la vida de los demás personajes y peor en la del texto total, como si se hubiese escapado de las teclas, en un craso descuido del autor.
Y para terminar, la novela me llevó al borde de las lágrimas cuando poco le faltó a Daniel Martínez decir a Claudia (una pequeño burguesa,e indeseable “intelectualoide” de izquierdas): Hija mía, yo soy tu padre. Igualito a lo que sucede en esos dramas cursis y apocalípticos que transmiten todos los canales de televisión en horarios para todos los gustos. Pasa que Martínez descubre que Claudia es su hija gracias a una serie de coincidencias: Martínez entra a beber en un restaurante. Claudia y Pablo, su enamorado, están en ese mismo restaurante discutiendo de arte. Salen Pablo y Claudia. Claudia olvida su bolso en la mesa. Martínez recoge el bolso. En el bolso está el diario de Claudia. Martínez de diario. Y gooool, mis queridos amigos: Claudia es hija de Martínez…
Y vamos al señor...
DE LA PÁJARA Y EL SEÑOR
Después de tomarse un descanso, de varios días, pedí me prestara la última novela de Iván Egüez, "el poder del gran señor". Esta novela no requirió más de una lectura, y rápida, debido a dos circunstancias: se lee tan de corrido como las fábulas de Esopo, lástima que "el poder..." no tenga ilustraciones, y no exige el más mínimo esfuerzo, es más, a veces uno se siente menospreciado.
El señor, es esa fea escultura que se pasea entre cucuruchos los “viernes santos”, desde aproximadamente los años 60, en la procesión que fuera instaurada por oligarcas, curas oficialistas y agentes de la CIA para qué olvidáramos que en Cuba se había producido una auténtica revolución popular. Mientras más leía más me parecía estar leyendo un reportaje sobre esos hechos, o a lo máximo una mala monografía. Pero una novela, definitivamente no, porque todo está clarísimo, no hay un nudo, un conflicto, y los personajes están continuamente lanzando discursos declamatorio. Imagínense que de repente, me sentí transportado a mis primeros años escolares cuando encontré, en las primeras páginas, un texto de botánica: "primero fui un ancho y hermoso árbol... en un lugar llamado los cedros en homenaje, precisamente, a mi apellido botánico (tengo primas caobas y primos cinamonos)... (en el Líbano alcanzamos hasta 40 m de altura), no fui un árbol para los quindes (picaflores le llaman los poetas)..." páginas siete-ocho.
Pero uno siempre es “mal pensado”, pues se me ocurrió que la simpleza de este texto podría ser intencional, de pronto podría estar orientado hacia la mayoría del pueblo, a la masa como los llama la izquierda tradicional. Claro, me dije, seguramente la intención es enseñar desde arriba, es decir: "vean tontitos, esto hacen los poderosos para engañarnos". Sí, esa tenía que ser la respuesta, sino cómo se podría explicar casos como éste: "podría tratarse de una premonición" p. 162; dice el final de un capítulo. En mi cabeza sonó un ta ta ta tannn y me preparé a desentrañar con mi pensamiento el misterio que se planteaba. Nada que ver, el narrador deshizo el misterio en dos patadas: "dicho y hecho...".
Lo mismo me sucedió cuando se menciona el gran señor ácido, probablemente, objeto de un secuestro. Otra vez la desilusión. Otra vez emitido el narrador para contarle qué no, que no había tal secuestro: "AVERIGUADA LAS COSAS, el tal secuestro se produjo así..." p. 146.
Me aguanté las iras, igualito que cuando el narrador me trató de retrasado mental al explicarme cosas de las que cualquiera se hubiera dado cuenta: "... el himno del gringolandia interpretado por los hermanos cantores de la radio HCIDGC entre paréntesis échese y déjese)" p. 125. Ni los alumnos del colegio militar ponen paréntesis para explicar que KDT significa lo que significa.
No obstante, todavía quedaba la posibilidad de que todo ese simplismo no fuera más que artificios para no hacer difícil la lectura, para que ningún lector del pueblo se complicara con cosas como la participación activa del lector, o con esa otra del intercambio de sentidos para producir una obra de arte. Por tanto, lo que señaló a continuación ya no te quedaba más que, bondadosamente, llamar descuidos...
El gringo habla de la equivocación que cometió Estados Unidos (en el texto gringolandia) al respecto de la revolución en Paradisla (Cuba evidentemente): "cerraron nuestros garitos, convirtieron nuestros casinos en escuelas y nosotros ya no podemos ir en nuestros yates o avionetas a cabaretear los fines de semana con las isleñas”
“Parece muy bien- musitó el cardenal tapándose la boca para que no se le fuera a huir el pensamiento" p. 56.
¿Un tipo progresista este Cardenal, no es cierto?. Más adelante:
"... gobiernos amigos que garanticen que la Iglesia no sea destruida por ateos ni masones, y que las Fuerzas Armadas dejen de ser guardianas del orden y de lo que nosotros entendemos por democracia, dijo el gringo subiendo el tono para que lo aplaudíesen”
Hosanna, Hosanna exclamó franja morada... p. 59
En tres páginas nuestro cura se volvió reaccionario...
Asimismo, como se ha podido leer, el gringo habla bastante bien nuestro idioma. Repentinamente se le olvida: "Más el gringo, con su voz de entrenador, le espetó:
Tú entrar a juzgar tiempo suplementario." p. 90.
Saque nomás sus conclusiones, yo ya tengo las mías: un librito que si, puede que entretenga, lástima que nada más. Esto suele pasar cuando se toma dictado a espíritus nocturnos.
Gustavo Garzón Guzmán, 1986
Comentario sobre los libros de Iván Egüez: Pájara la memoria,Colección narrativa del Ecuador, número uno, Editorial Planeta del Ecuador SA. 1984
Iván Egüez: El poder del gran señor,Colección Ecuador Letras,Editorial El Conejo, 1985.
FUENTE:
http://k-oz-editorial.blogspot.com/2011/12/serie-gustavo-garzon-ensayos-1.html
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