jueves, 6 de febrero de 2014

Diario Hoy, 06 de mayo de 2010 escribe José Valencia

Alguien debe responder por los poetas

Publicado el 06/Mayo/2010 | 00:05
Gustavo Garzón no se merecía la crueldad de 'desaparecer' y, quizá, ser ejecutado extrajudicialmente

Por: José Valencia
jvalencia@hoy.com.ec

El primero, Federico García Lorca, aún no tiene una tumba con su nombre. Lo sacaron de su casa, lo condujeron por un tenebroso recorrido y, junto a otros anónimos paisanos, lo cosieron a balazos. Hay una fosa común y restos humanos indiscernibles. Algunos han fabricado ficciones porque se negaban a aceptar la muerte del poeta; fantaseaban que sobrevivió milagrosamente al fusilamiento, perdió la memoria y vivió postrado por varios años más. La dolorosa verdad es que García Lorca fue asesinado, y ahora hay una batalla legal para exhumar la tumba colectiva e identificar los despojos.

Antonio Machado descansa en Collioure; su breve exilio nunca acabó. No volvió a pisar el patio de Sevilla ni "el huerto claro donde madura el limonero". Lo mataron la enfermedad, la tristeza, el odio y el ensañamiento. Al menos, perdió la vida en libertad; traumática (vaya gracia), pero libertad al fin. Al menos no pereció como Miguel Hernández, a quien le molieron en las cárceles en las que fue recluido sin sentencia sus últimos meses, soportando condiciones draconianas, tuberculosis, desesperanza y alejamiento.

Los crímenes de guerra y contra la humanidad, como estos crímenes contra los tres poetas, no prescriben. Como es procedente, sin duda alguna, que se enjuicie y condene décadas después a los asesinos que ejecutaron el Holocausto judío en la Segunda Guerra Mundial. Recién hemos visto en los medios a un criminal nonagenario al que, finalmente, 65 años más tarde, le cayó el peso de la Ley y debe responder por sus tropelías. A nadie se le ocurriría pensar que se cometa una injusticia, una imprudencia o una precipitación porque sea un anciano y ya pasó mucho tiempo desde que las cámaras de gas fueron clausuradas.

Los desvelos del juez Baltasar Garzón son, por tanto, explicables y se ajustan a derecho. Juzgar a los que cometieron barbaridades en la Guerra civil española, en la Guerra Mundial o en los Balcanes es procedente de acuerdo al derecho penal internacional. Los criminales de guerra, los violadores de derechos humanos fundamentales que puedan ser atrapados, deben ser sometidos a juicio, sin excepción y sin prescripción.


Hay otro Garzón que viene a cuento. No el juez perseverante y valiente, sino el poeta y narrador ecuatoriano Gustavo Garzón. Aún lo recuerdo en su anónimo empleo, ofreciendo desde aquel umbroso quiosco las publicaciones de la Casa de la Cultura. Compañero, 30 años atrás, en los talleres de Miguel Donoso, supe que un día se desvaneció sin dejar rastro. Dicen que Gustavo se unió a las descalabradas huestes de AVC o de Montoneras, que tiempo después le abordaron las fuerzas de seguridad en la calle y que, luego, simplemente se esfumó.

Aunque hubiera actuado al margen de la ley y debiera responder por ello, Gustavo Garzón no se merecía la crueldad de "desaparecer" y, quizá, ser ejecutado extrajudicialmente. Su madre lo ha buscado sin pausa por varios años, y hay un expediente aún abierto en el Comité de Derechos Humanos de Ginebra. Pero Gustavo aún no encuentra un juez Garzón en medio de los Andes. Si sufrió desaparición forzada como los indicios sugieren, de acuerdo a la Constitución ecuatoriana (art. 80), se habría cometido un crimen que no prescribe y por el que alguien debe responder.
http://www.explored.com.ec/noticias-ecuador/alguien-debe-responder-por-los-poetas-406405.html

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