El Texto como Prueba.
III. Brutal como el rasgar de un fósforo: La Desaparición.
(Miguel Donoso Pareja, 1 de marzo de 1992, Matapalo, p.5)
Gustavo Garzón desapareció (¿lo desaparecieron?) el 9 de noviembre de 1990, después de salir de un discoteca. Militante de Montonera Patria Libre, había sido apresado antes por una supuesta tenencia de armas. Fue sobreseído de esta imputación en forma definitiva.
Libre y limpio de toda culpa, Gustavo manifestó a sus amigos, en diferentes oportunidades, que había dejado la militancia y que lo que ahora le interesaba era obtener su doctorado en Literatura por la Universidad Católica. En ese centro de estudios hizo las gestiones pertinentes para lograrlo, con lo que sus ilusiones anteriores – Técnico en aviónica y Licenciado en Estadística y Banca por la Universidad Central – aumentaría un tercero, Gustavo era, pues, ¿lo es?, un hombre de estudio, autor por ejemplo, de una investigación titulada “Coplas Populares del Azuay” (El Conejo PUCE – 1987) y coeditor de la revista “La Mosca Zumba” (1984 – 87), en Quito. Sin embrago, desapareció o “lo desaparecieron”.
Se ha dicho que sus compañeros del taller no han hecho nada después de su desaparición. Y eso no es verdad. Así el “Frente por la vida de Gustavo Garzón” presidido por el escritor Marco Antonio Rodríguez, tiene entre sus integrantes a ex – talleristas; Byron Rodríguez, Vicente Robalino y Pablo Salgado, por ejemplo, junto a dos valientes mujeres Liliana Vásconez y Martha Palacios. Y siempre colaboran con el Frente personas como: Rubén Darío Buitrón (ex – tallerista), Luís Saavedra, Simón Zabala, Patricio Icaza y Elsie Monge.
La respuesta de los medios y de los intelectuales, en general, ha sido débil en el primer caso y en el segundo no ha repercutido. Cuatro o cinco notas han aparecido en diarios de Quito (una de ellas de Raúl Vallejo); dejé sentada una protesta tres o cuatro días después de la desaparición de Gustavo en el IV Encuentro de Literatura Ecuatoriana “Alfonso Carrasco Vintimilla” de Cuenca, encuentro auspiciado por el programa nacional “Ecuador Estudia”, algo dije al respecto en una entrevista que me hicieron (Semana, Expreso, 6 de enero de 1991); en el “Telégrafo” apareció un artículo desinformador y tardío en lo esencial de Leonardo Valencia Azogan. Fernando Villavicencio, en Radio Tarqui (Quito) ha hablado casi a diario sobre la desaparición de Gustavo. Lo mismo lo ha hecho en forma tarada (perdonen el galicismo) y hasta vituperiosa Carlos Calderón Chico en el dominical de Expreso. El “Frente por la vida de Gustavo Garzón” consiguió cuatro o cinco comparecencias en diversos canales de televisión quiteños. Con Decreto Ejecutivo Nº 2694 (está publicado en el Registro Oficial) el presidente constitucional de la República prorrogó el mandato de la Comisión Especial Internacional integrada para investigar la desaparición de los hermanos Restrepo, “a fin de dar el mismo tratamiento…(…) a otros casos denunciados, tales como, la desaparición del señor Gustavo Garzón Guzmán”. El Decreto data del 2 de septiembre de 1991.
Pero el caso de Gustavo, no es igual del de los hermanos Restrepo. La familia del escritor desaparecido es pobre, la madre – sumamente valiente, llena de entereza según me han dicho – apenas sobrevive. Sin embargo, la opinión pública no se ha conmovido por la desaparición del escritor; además ¿A quien le importa en este país un escritor? Y nadie ha dado pistas cuando se ha acercado la Comisión, dice su Presidente Juan de Dios Parra.
Mientras tanto, como cuenta Otto Raúl González gran poeta y narrador guatemalteco, refiriéndose a Chema López (José María López Valdizón), escritor a quien desaparecieron hace muchos años “las autoridades de Xibalbá le permiten” (lo extendemos a Gustavo, si es que está muerto) “corporizarse solamente una vez al año (…). Come y chupa tal como se disponía a hacerlo el día de su desaparición” (Gustavo lo hizo) “Y se le ha conferido el cargo de abrir anualmente las válvulas de la alegría en el corazón de todos los rabibalenses.
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