miércoles, 14 de agosto de 2019

Alfredo Noriega Guápulo

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SECCIONES   /   CULTURA
‘Guápulo’, entre el dolor y la desesperanza
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 AUTOR. Noriega es narrador, dramaturgo y poeta. Actualmente es catedrático en París. (Foto: Facebook ‘Alfredo Noriega’)
“La realidad es lo increíble”, es la cita de Clarice Lispector con la que Alfredo Noriega previene al lector a las puertas de su última novela, ‘Guápulo’: un retrato desesperado de la cara infernal de Quito y sus habitantes.

En la sinuosa pendiente del Camino de Orellana, una joven vulcanóloga francesa fue acorralada por tres maleantes en medio de la noche. La asesinaron por arrancarle la cartera. La ambulancia la llevó a una clínica, donde murió después de que los médicos no quisieran ingresarla al quirófano, por no portar una forma de pago. El hecho supera cualquier ficción: sucedió en 2009, la víctima fue Charlotte Mazoyer y quedó en el olvido.

Diez años más tarde, Noriega revive el drama en la memoria de un padre angustiado por comprender la muerte absurda de Justine, su hija. Por fragmentos, el narrador arma un rompecabezas, con el afán de completar el recuerdo cada vez más difuso de quién fue Justine, a la vez que la frustración, el odio y la impotencia lo llevan a reconocer que la vida jamás vuelve a ser la misma cuando sucede lo irremediable.


Escribir no te salva
“Estaba buscando historias para un libro sobre crónica roja, y descubrí esta”, dice Noriega, quien alcanzó popularidad desde el 2002 con la novela ‘De que nada se sabe’, llevada a la pantalla en 2006 en la cinta ‘Cuando me toque a mí’, de Víctor Arregui. El texto dio inicio a la trilogía continuada con ‘Tan solo morir’ (2010) y ‘Eso sí nunca’ (2018).

Más que centrarse en la intriga que rodea al crimen, buscando motivaciones o culpables, Noriega prefiere desentrañar los efectos psicológicos y emocionales que un suceso trágico provoca, así como los aspectos filosóficos de la maldad.

Luego de informarse a través de los medios sobre el caso de Mazoyer, el autor empezó a escribir la novela en 2015, usando su experiencia como migrante en Europa (donde reside hace más de 30 años) como un puente entre dos mundos contaminados por la violencia y el miedo.

“A través de las historias, me interesa hablar de la verdad, descifrar la condición humana”. Aunque vierte una buena dosis autobiográfica en la creación de su personaje, Noriega señala que la literatura no es para él una forma de sanación, sino una necesidad incontenible de contar.

“No creo que el escritor intente apaciguar sus penas escribiendo. Para algunos autores es un ‘leitmotiv’ el liberarse de dolores, traumas, pero ese no es el propósito de la literatura. He querido contar una historia que tenga fuerza, que interese al lector”.


De vuelta a los Andes
“Quito es hermosa, pero es también una ciudad terrorífica”, dice Noriega, cautivado por la tierra natal que le pertenece a la vez que le resulta ajena. En ‘Guápulo’, las concurridas calles del centro-norte se cubren con un aura opaca que se hace cómplice del cinismo, la perversidad y el vicio.

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