RETRATANDO AUSENTES - GIOVANNI RUEDA
La desaparición de un ser querido ocasiona dramas devastadores en las familias, las vidas de sus miembros dan un giro de 180 grados, se mudan cerca de la ciudad para realizar los trámites y las gestiones que implican una búsqueda: la denuncia, la investigación, un juicio, los plantones semanales, los talleres, las entrevistas con las autoridades, y atrás queda la vida tranquila que llevaban. Otros familiares renuncian a sus proyectos de viaje o de migrar o cualquier otro emprendimiento que traían en ciernes. Igualmente la economía de los hogares se ve afectada. Si no tienen recursos se enfocan en conseguirlos para mantener la búsqueda, y si los tenían, prácticamente invierten un capital importante en el sostenimiento de la búsqueda, la cual es una empresa con resultados inciertos. Sin embargo esas consideraciones ahorrativas o pragmáticas, son puestas a un lado, lo que importa es recuperar a su ser querido cueste lo que cueste. Las emociones, su paz mental, quedan totalmente deshechos, especialmente el primer año en que las familias viven obsesionadas, deprimidas, estresadas y angustiadas por la incertidumbre. Todo gira alrededor de la persona desaparecida. Las madres no dejan de sufrir embates a su salud por causas sin duda psicosomáticas. Hay personas que han sufrido parálisis por la excesiva preocupación y múltiples estragos... sin embargo, las mujeres especialmente, quienes parece ser que son las más comprometidas en el problema, despliegan sus reservas anímicas, no decaen, aunque todo el panorama se les presente desalentador y prosiguen incansables con su propósito de encontrar a sus seres queridos: hijos, cónyuges, padres, pero el dolor inocultable marca sus rostros.
El escenario es desalentador ya que es común que las desapariciones no arrojen en mucho tiempo ninguna pista o explicación y las instituciones estatales como la fiscalía, la policía, el ejecutivo, se tornan en un problema más, en una fuente de frustración por su burocracia y su corrupción. Los trámites son agobiantes, las insistencias y presiones incesantes no conmueven al estado. Las dos asociaciones ASFADEC y ANADEA, creadas por los familiares y amigos de personas desaparecidas y asesinadas, últimamente han tenido un logro: la creación de una unidad policial especializada en los casos de desapariciones. Pero recién comienza a formarse esta unidad desde cero. No hay financiamiento, recursos, equipos, agentes, logística, datos y, más que todo, no hay voluntad política, ya que las desapariciones no dan réditos políticos o electorales a los gobernantes. Pero las familias siguen, con o sin ayuda, en su lucha.
Casos emblemáticos son el de los hermanos Restrepo y de Gustavo Garzón, desaparecidos hace más de 25 años, otros más recientes como el de David Romo y Carolina Garzón, pero ellos representan apenas la punta del iceberg, ya que suman cientos las personas desaparecidas y estos hechos se han vuelto en el Ecuador en un fenómeno crónico, ya que desaparecen casi dos personas por día, lo cual es una cifra alarmante. ¿Causas? Ni siquiera hay estudios para determinar las causas más frecuentes y la investigación se vuelve especulativa, intrigante, tentativa, avanza sin técnica ni oficio por parte de las autoridades encargadas. Pero ellos devengan sus sueldos todos los meses, cobran del erario público sin dar resultados concretos, sin hallar a los ausentes y sin afrontar la problemática de forma cabal. Una idiosincracia de corrupción de larga tradición en el país motiva la negligencia de esas autoridades. Agentes sin preparación a menudo ofenden y bajan la moral de los familiares, insinuando que sus seres queridos estaban implicados en actividades ilegales, presumiendo que se escaparon por huir de las crisis familiares, que huyeron porque perdieron el año, o que se fueron con el novio o novia, con ese tipo de respuestas dilatan la investigación y así pasan años y años. No está sujeto a fiscalización su trabajo. Pero la moral de los familiares se mantiene. Un axioma se baraja en la mente de los familiares, ellos creen que cada día que pasa la posibilidad de encontrar a sus ausentes es menor. Hay que destacar un hecho: el rol de los medios de comunicación ha sido determinante para visibilizar esta problemática y obligar al estado a dar atención a estos casos, sin la presión que han ejercido, la mayoría de ellos habrían sido olvidados.
Carmen vive en Marianitas, en el extremo norte de Quito. Poco antes de la desaparición de su hijo Stalin, tenía planes de emigrar a Italia, como antes lo habían hecho sus tres hijos y su esposo. Pero prefirió quedarse en el país para emprender la búsqueda de su hijo. Habita sola una casa grande, nueva, imagino que financiada por las remesas de sus familiares. El dormitorio de Stalin está igual que antes de su desaparición, ella limpia el polvo que se acumula, todo está en su lugar, pero falta su hijo.
También hay casos de personas asesinadas y sus familiares esperan se haga justicia. Pero en ese propósito de buscar se haga justicia aparecen las complicaciones, luchan contra un sistema de negligencias y corrupción, supuestamente las autoridades deberían prestarles apoyo, pero se tornan en un problema en si mismo ya que no los atienden debidamente. Reclaman celeridad, pero las investigaciones por lo general se cumplen con mucho retraso y en ese lapso, algunas de los desaparecidos encuentran la muerte, aparecen sus cuerpos en quebradas, bosques, arrabales, asesinados, como el reciente caso del sr. Fraga. Esa celeridad no es práctica habitual en las investigaciones. Parece ser que su política institucional es dejar pasar el tiempo para que se resuelvan las cosas solas, esperando que las personas aparezcan espontáneamente o que gane el más fuerte, pero frecuentemente el desenlace que encuentran los desaparecidos es fatal. Mientras tanto los familiares que quedan bregan con sus propios juicios, luchan incluso contra organizaciones temerarias, por no decir criminales, y en el camino se ven amenazados, intimidados y el problema en vez de parecer resolverse se va complicando. Las soluciones que debería ofrecer el sistema de justicia no llegan, parecen más bien complicarse sus situaciones y no les queda otra opción que unirse y organizarse para presionar al estado. Myriam, por ejemplo, ha sufrido el asesinato de su madre y enfrenta sola a una mafia que trafica con tierras en su provincia. Por su propia cuenta ha llevado su causa a la justica y ha obtenido un resultado parcial, por la sentencia de dos de los implicados, pero la organización a la que enfrenta sigue íntegra e impune, pareciendo ser intocable. Ella teme por su vida y ha tenido que hacer una denuncia adicional por amenazas, pero se siente desamparada. Perseverante ella prosigue su causa pero ya no esta sola. Es parte de ASFADEC y comparte esa fortaleza entre todos los afectados.
Nancy ha sufrido la desaparición de su hermano hace un par de meses, quien padecía una discapacidad mental y epilepsia. Necesitaba medicamentos para controlar sus ataques y es incierto el modo como una persona como el puede sobrevivr en las calles, cómo se alimentará, donde dormirá, como llevará sus crisis y pérdidas de conocimiento. De un puesto de policía le informan que "lo han visto". Ella se pregunta porque no le prestaron ayuda inmediata cuando los policías lo reconocieron. Isabel por su lado tiene a su anciana madre con Alzheimer desaparecida hace más tiempo... escucho que a veces la policía utiliza perros para rastrear a los ausentes pero no se obtiene resultados, a medida que pasa el tiempo, la esperanza se desvanece y es inevitable prepararse para la pérdida definitiva de sus seres queridos. Es importante, si han fallecido las víctimas, constatar este hecho para resignarse y obtener su paz. El gobierno parece haber ofrecido apoyo psicológico...
FUENTE:
https://www.facebook.com/notes/giovanni-rueda/retratando-ausentes-giovanni-rueda/10201192812754719
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